Fuera del tiempo
Con razón los claustros monacales son microcosmos; oración y –por qué no– reflexión. La plaza alta de la catedral de Girona reflejaba la elevada temperatura del día. Mucha gente esperaba allí para atravesar la catedral y llegar al claustro.
Y este pequeño y maravilloso trayecto dio pruebas de que también ese espacio es un microclima. Y tres británicos, de primera línea internacional, inconfundibles, vestidos para concierto, nos hicieron olvidar las inclemencias.
Una muestra más de las sorpresas que depara este festival de diseño: un Bach “actualizado” en la primera parte del programa por la concepción, el fraseo y los instrumentos –piano Steinway y violoncelo de cuerpo creo que Stradivarius 1726 con arco y articulación modernas, y voz adecuada a la potencia impuesta.
Tres arias de cantatas en las que Bostridge dejó fluir su voz de carácter y cuerpo compacto, dúctil a la vez, aunque son piezas escri
tas para sonoridad más suave en el cello al que un arco barroco le hubiese facilitado otra articulación y matices.
Claro está, mandaba la sonoridad del piano, no sólo por el formidable pianista, sino por el sonido en sí. Y llegó un Bach matizado por Britten, con sus Five Spiritual Songs, un ejemplo de la trascen- dencia de Bach ya que por momentos podríamos haber dicho que era un lied de Schubert, esta vez para piano y canto, en el que el magnífico tenor mostró su personalidad, capacidad de clara dicción y comprensión de estilos. Características que se multiplicaron en repertorios más actuales cuando en la segunda parte hizo tres canciones de Franz Lachner cuya vida ocupa casi todo el siglo XIX, intenso melodista de gran musicalidad con algunos giros pianísticos desconcertantes.
La delicadeza, el buen momento del cello de Isserlis (incluso bueno en su adaptación climática), con arco delicado, sonido preciso y gran capacidad de matiz se disfrutó al máximo en una de las joyas de Schubert: Auf dem Strom, con notoria participación de canto y piano.
Difícil establecer un primer pla-
Difícil establecer un primer plano en los intérpretes, pero Isserlis hizo un ‘tour de force’ con Bach
no en los tres intérpretes, magníficos. Pero Isserlis hizo además el tour de force de la Suite n.º 3 de Bach, en la que cello y él sintonizaron a fondo a partir de la Sarabande y elocuentes Bourrées. Nota de carácter del programa: Tom O’Bedlam’s Song, escrita en 1961 para canto y cello por Richard Bennet, que dejó ver versatilidad y esa maravilla del carácter inglés, tanto en la libertad del compositor como de los intérpretes.