Profesores con incentivos
La comunidad educativa plantea dar primas a los maestros para mejorar su rendimiento
Premiar a los mejores maestros con incentivos económicos, salario aparte, en función de los resultados de los alumnos o de los materiales pedagógicos usados en el aula. La medida, controvertida, aplicada en otros países, ¿contribuye a mejorar los resultados académicos? La Fundació Jaume Bofill y el Institut Català d’Avaluació de Polítiques Públiques (Ivàlua) han sometido a análisis y debate los incentivos para estudiar su posible aplicación en el sistema educativo catalán.
“Un sistema de incentivos con la evaluación del profesorado, en la que una parte importante dependa de los resultados de los alumnos, puede funcionar”, sostiene Oriol Escardíbul, profesor de Economía (UB) y autor del informe que ha analizado su aplicación. “No son una garantía, no puedes decir los implementaré y seguro que mejorarán mis alumnos, pero es uno de los caminos para lograrlo”, añade.
Uno de los principales obstáculos para aplicar este sistema es la medición y evaluación de profesores, ponderando variables como el nivel de cada alumno, su evolu- ción a lo largo del curso o su entorno socioeconómico. ¿Cómo se valora de forma justa el grado de implicación de un maestro en la mejora de los resultados de sus alumnos? En determinados entornos, el trabajo de un docente no se traduce en buenos resultados, como mínimo de entrada, y hay que tener en cuenta además que los resultados no son atribuibles a un único curso ni a un solo docente, advierte el informe.
Los expertos destacan que el sistema de incentivos debe ser fácilmente comprensible, con un funcionamiento sencillo y permanente. “Hay que ver cómo se pone en práctica: si con incentivos al profesor, a un programa educativo o a una escuela. Si se plantea de forma simplista, pagando más al profesor que apruebe más, seguramente nos estaremos equivocando”, alerta Frederic Udina, presidente de Ivàlua.
Se trata de una herramienta que podría hacerse realidad en las aulas catalanas. “Existe un marco legal; la ley prevé una carrera profesional docente e incluso se especifica cómo se paga esta carrera profesional”, destaca Francesc Colomé, inspector de educación en Barcelona. La Generalitat ha introducido en los últimos años, a través de una ley de 2012, la “promoción retributiva” de los docentes públicos a través de los “esta- dios” y sus complementos salariales. Los méritos se establecen por ahora en función de variables como la formación, la participación en actividades complementarias como las colonias o la creación de materiales educativos digitales, entre otros.
En la práctica, no obstante, la comunidad educativa destaca que casi todos los profesores superan los distintos estadios, por lo que no se premia la excelencia. “Ha sido algo fallido, no se han convertido en un incentivo, hay que ser indolente para no lograr el estadio”, dice Carles Armengol, secretario general de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya.
Una modificación de la ley cata- lana aprobada el pasado año sí prevé que, a partir de este curso (2015-16), “los docentes pueden alcanzar incrementos salariales en función de su implicación en la mejora de los resultados del centro, así como la evaluación a través de la evaluación individual del ejercicio docente”. Si finalmente se llega a concretar, la medida tendrá con toda seguridad respuestas opuestas entre el profesorado. El contexto, tras años de recortes y austeridad, no es el más idóneo, alerta el informe.
“Tengo muchas dudas de cómo se pueden objetivar los incentivos; ¿cómo se resolvería la tensión entre la parte individual y colectiva del rendimiento? Yo no aplicaría los incentivos, el profesorado se lo tomaría mal”, alerta Montserrat Ros, maestra y exsecretaria general de la federación de educación de CC.OO.
“Hablar de dinero es tabú, suscita filias y fobias. Hacemos un llamamiento al rigor, para que cuando se diseñe esta política de incentivos se haga con una base, sometida a la evaluación y la experimentación”, aboga Ismael Palacín (Fundació Jaume Bofill).
“No todos los profesores son iguales. Catalunya necesita introducir una política de incentivos económicos a la carrera profesional del maestro, pero con un concepto acumulativo, y no como premios o bonus ocasionales”, dice Colomé. Los maestros que empiezan ahora su carrera, fuera de las universidades, saben que seguirán cobrando casi el mismo sueldo a lo largo de su vida, con independencia de su implicación o de los resultados de sus alumnos. “No estimulamos la mejora docente y los resultados académicos. Se puede decir que ser docente sale muy a cuenta por el sueldo inicial, pero en cambio no mejorarás prácticamente a lo largo de tu vida, y las pocas mejoras serán en función de la antigüedad, que no aporta valor. Tenemos un sistema contra incentivos de mejora”, añade Palacín.
En un seminario a puerta cerrada con directores de centro, ins-
La ley catalana prevé subidas salariales a los profesionales según su implicación en la mejora de resultados
pectores y técnicos de la administración, se pusieron de relieve también las contraindicaciones. “Los riesgos son numerosos; si bien parecen incrementar los resultados del alumnado desfavorecido, se requieren diseños muy precisos y revisables para garantizar su eficacia a largo plazo”.
Aunque las opiniones dentro de la propia comunidad educativa son divergentes, en una cosa sí hay coincidencia. “Si bien no hay una evidencia inequívoca acerca de las bondades de incentivar de forma monetaria a los profesores, cualquier mejora en el funcionamiento del sistema educativo debería pasar por incorporar mecanismos de incentivación y reconocimiento de la calidad docente”, se concluyó. Entre los efectos perversos de primar al profesor en función del rendimiento, según los expertos, que se enseñe sólo para obtener la mejor nota o para destacar en determinadas asignaturas, como las matemáticas. “Ya hay quien dice que se está sacralizando la evaluación”, apostilla Colomé.