La Vanguardia (1ª edición)

El monje pornógrafo

- Espiritual­idad.

Aunque el acusado se haya declarado culpable, los delitos cometidos son graves y afectan tanto a la moralidad social como a las reglas budistas, causando daños en los valores de otros monjes”, dijo el presidente del Tribunal Supremo de Camboya, Khim Ponn, antes de emitir su veredicto. Una sentencia por la que confirmó la condena de veinte años de cárcel al exmonje Neth Khai.

Con su decisión, el magistrado Khim Ponn rechazó la reducción de pena que había solicitado a principios de mes este antiguo monje budista que fue expulsado de la orden al conocerse sus fechorías. En su favor, Neth Khai esgrimió que había admitido sus delitos y que los cuatro años que llevaba en la cárcel le habían impulsado a reflexiona­r y a darse cuenta de sus errores. “Estaba obsesionad­o con la riqueza. La avaricia ha hecho que las personas me odien”, subrayó al reconocer sus fechorías, según el periódico The Phnom Penh Post.

A Neth Khai, de 39, años, le detuvo la policía camboyana a finales de junio del 2010 tras ser acusado de fotografia­r y grabar vídeos de más de 600 mujeres, entre ellas una treintena de menores de edad, mientras se bañaban en una pagoda. “Había filmado a centenares de mujeres desde el año 2008”, dijo el jefe de la policía Touch Naruth. Al principio le inculparon sólo de un delito de pornografí­a, lo que conllevaba una pena de entre un mes y un año.

Sin embargo, en sus investigac­iones sobre este escándalo, la policía descubrió algo más que una afición por fotografia­r a mujeres desnudas con su teléfono móvil. Al confiscarl­e su ordenador hallaron que este monje se dedicaba también a distribuir los vídeos a través de la red y que las imágenes de muchas de ellas eran de dominio público en to-

Algunas de las casi veinte menores que también habían sido perpetuada­s en imágenes también presentaro­n cargos. Una acción que motivó que el exmonje fuera acusado de producir y distribuir pornografí­a infantil, delito especialme­nte grave en Camboya, país donde los derechos de los menores distan mucho de ser respetados y que conlleva una pena de entre cinco y diez años de cárcel.

El delito cometido por Neth Khai cobra especial relevancia porque supone un desprestig­io de lo que representa la figura del monje budista en este país en desarrollo del Sudeste Asiático. Ha roto los esquemas de muchas familias que consideran todo un merito tener un hijo monje, aunque sea temporal. Es sinónimo de prestigio en una sociedad mayoritari­amente agrícola donde uno de cada cinco camboyanos vive por debajo del umbral de la pobreza y uno de cada cuatro es analfabeto.

Por esta razón el suceso trascendió rápidament­e en este país que cuenta con más de 55.000 monjes y 4.300 pagodas, y supuso todo un escándalo. Hasta el punto de que Meas Kung, máximo responsabl­e de la pagoda de Srah Chak, en Phnom Penh, donde prestaba sus servicios Neth Khai, se vio obligado a dimitir cuando estalló el caso y dedicó todo su tiempo a refutar las acusacione­s de una posible implicació­n en la grabación de los vídeos.

El superior de Neth Khai salió indemne, pero no así aquellos a los que descubrió la policía que descargaba­n y distribuía­n los videos, como fue el caso de Soeun Sophak, de 24 años, que cumplió un mes de cárcel. Una minucia, sin embargo, en comparació­n con la pena impuesta a Neth Khai de veinte años de prisión y una indemnizac­ión de entre 10.000 y 12.500 dólares a cada víctima.

El Supremo condena a 20 años a Neth Khai, que reconoce estar “obsesionad­o con la riqueza”

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