EE.UU.-Cuba: el embargo, último obstáculo
EL restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, rotas desde que fueron suspendidas por el presidente Dwight Eisenhower en 1961, se ha oficializado con la reapertura de la embajada cubana en Washington y la restauración el próximo 14 de agosto de la estadounidense en La Habana, confirmada ayer por el Departamento de Estado. Este es un hito que marca un nuevo capítulo en la historia de ambos países, separados tan sólo por el estrecho de Florida. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer y muchos obstáculos por superar para la verdadera normalización de las relaciones mutuas.
El ondear de las banderas en los edificios de las antiguas embajadas, que habían quedado reducidas a meras oficinas consulares bajo la protección de Suiza, poco querrá decir si Estados Unidos no levanta el embargo económico y financiero a Cuba que se mantiene desde 1962, cuando fue impuesto por el presidente John F. Kennedy, agravado en 1996 con la ley HelmsBurton, y que ha asfixiado la economía de la isla.
El restablecimiento de las relaciones con Cuba, considerado como uno de los grandes éxitos diplomáticos de la presidencia de Barack Obama, que finaliza dentro de dieciocho meses, está sujeto a que su compromiso de levantar próximamente dicho embargo sea aprobado por las cámaras legislativas estadounidenses. Pero tanto en la Cámara como en el Senado la mayoría republicana se mantiene firme en rechazar la normalización de relaciones con Cuba hasta que el régimen de los Castro se comprometa a respetar los derechos humanos y a restablecer la democracia en la isla.
El exgobernador de Florida y candidato republicano a la presidencia, Jeb Bush, o senadores como Marco Rubio, también por Florida, y Ted Cruz, por Texas, realizan una activa política de oposición a legitimar el régimen antidemocrático de los Castro y rendirse ante ellos sin condiciones.
Todo ello hace que el proceso legislativo para levantar el embargo se encuentre sembrado de dificultades y exija todavía largas y complejas negociaciones de futuro incierto. De entrada, el Senado incluso podría bloquear el nombramiento del embajador en Cuba que haga Obama.
Junto al necesario levantamiento del embargo económico y financiero, que es lo que más interesa al presidente cubano, Raúl Castro, para sacar a su país de la grave crisis que sufre, hay otros muchos serios problemas que harán difícil la plena normalización de relaciones. Al margen de la falta de democracia en la isla, por ejemplo, están los más de 8.000 millones de dólares reclamados por los ciudadanos de Estados Unidos que fueron expropiados después de la revolución, en cerca de 6.000 causas judiciales abiertas.
Pese a las dificultades, que son muchas, todo indica que el deshielo entre Estados Unidos y Cuba no tiene marcha atrás. El presidente Obama ya ha empezado a hacer uso de sus prerrogativas presidenciales para aliviar, en la medida de lo posible, el duro embargo que pesa sobre Cuba al tiempo que redobla sus esfuerzos para convencer a los republicanos. Está convencido de que, a la larga, el desarrollo y la liberalización económica es la mejor alternativa para lograr que, algún día, la democracia y el respeto a los derechos humanos se implanten en la isla. Lo único que está claro es que el embargo ha fracasado ya en este objetivo.