La Vanguardia (1ª edición)

¿Cocer o no cocer habas?

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Séchu Sende es autor de un libro de cuentos muy divulgado en gallego ( Made in Galiza, Galaxia) que acaba de ser traducido al catalán por Mònica Boixader: La venedora de paraules (RBA). Uno de los cuentos relata la historia de una multinacio­nal que registra palabras y luego las lanza al mercado global hasta que se vuelven tan populares que la gente no puede dejar de usarlas. Poco a poco, los vocablos registrado­s configuran una especie de idioma global cada vez más potente y la empresa (que se llama Verba, glups, como la App para móviles Verba7.com) se reserva los derechos de reproducci­ón. Verba deviene el Google de los verbos, lo que parece poético pero es terrible. Sobre todo si la fértil imaginació­n del escritor gallego sobrepasa el reino de la ficción. Ya nos pasó con champán, eliminado de nuestra habla por decreto en favor del insulso cava, y ahora puede volver a sucedernos con las habas. O las fabes, con efe, tal como se escriben en lengua asturiana. Las famosas fabadas están lógicament­e hechas con esta sabrosa legumbre que es semilla y el fruto de la haba. Pero la faba, en asturiano, es un nombre común y, por tanto, su uso es de ámbito general. Ahora la ley lo restringe a unas habas determinad­as, invistiend­o de denominaci­ón de origen un simple nombre común (de otra lengua). Como no se debe de etiquetar demasiado en asturiano, quien lo use en un envase etiquetado en castellano sin tener derecho podrá ser multado. Si el champán aún provenía etimológic­amente de una región (la Champagne), la faba asturiana, la fava catalana y el haba castellana provienen las tres del latín faba. ¿Es que vamos a ponernos a registrar nombres comunes?

De hecho, en lengua asturiana dicen “¡A les fabes!” cuando quieren avisar a los comensales de que es la hora de sentarse a la mesa para comer. La nueva legislació­n aún no entra en la oralidad, pero ningún productor no autorizado podrá etiquetar con fabes. Tendrá que hacerlo con alguno de los múltiples sinónimos de la legumbre en castellano: habas, habichuela­s, judías, alubias, fréjoles, frijoles, frísoles o porotos. Tal vez sea el momento de introducir el vocablo catalán faves, con uve, aunque dudo que a los juristas les parezca bien aceptar como argumento la diversidad lingüístic­a, aunque hayan registrado una palabra en la minorizada lengua literaria del gran Xoan Bello. Ya se sabe que, en cuestión de dinero, siempre son habas contadas. El único aspecto positivo que le veo al asunto es que la nueva situación por fin dota de sentido una de las frases hechas que siempre me han parecido más enigmática­s en catalán: que cuando te fatigas “no pots dir fava” (ahora ya por imperativo legal).

Ya nos sucedió con el ‘champán’, eliminado de nuestra habla cotidiana, y ahora se puede repetir con las ‘fabes’

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