Tratar al recién nacido
El reservorio viral es seis veces menor en los niños infectados que empiezan el tratamiento en los tres primeros meses de vida
Los bebés que nacen de madres infectadas por el virus del VIH y que comienzan a recibir tratamiento antirretroviral durante los primeros tres meses de vida consiguen reducir el reservorio viral, lo que podría tener un efecto beneficioso para los niños en la evolución de la infección. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa junto al hospital Gregorio Marañón y el hospital Sant Joan de Déu y que se publica en la revista Clinical Infectious Diseases.
“Uno de los problemas principales de esta enfermedad son los reservorios, los escondrijos del virus, que son células en fase latente que están infectadas y que se van reactivando regularmente de no tomar tratamiento. Son las causantes de que si la toma de fármacos se interrumpe, el virus reaparezca”, explica Bonaventura Clotet, director de IrsiCaixa.
El reservorio viral se establece de forma inmediata tras la infección. En adultos, el fenómeno estaba muy estudiado, pero no en niños. “Estábamos interesados en averiguar si recibir el tratamiento de forma temprana, justo después del parto, aportaba algún beneficio a los niños en términos de reducir el reservorio viral que tenían”, explica Javier MartínezPicado, investigador Icrea en IrsiCaixa y autor principal del estudio, que se publica en la revista Clinical Infectious Diseases.
Los investigadores analizaron muestras de sangre pertenecientes a 23 niños nacidos hace entre ocho y 10 años, todos ellos infectados con el VIH que empezaron a tomar antirretrovirales durante los primeros tres meses de vida. Y vieron que cuanto antes se iniciaba el tratamiento, menor era el tamaño del reservorio viral que se establecía.
Así, a los pequeños a los que comenzaron a administrar tratamiento durante las primeras 12 semanas de vida mostraron un reservorio viral seis veces menor que el de los que comenzaron después de esa edad.
“El virus replica relativamente muy rápido en los niños, por tanto cuanto más tiempo estén sin tratamiento, más oportunidades tiene el virus para establecerse en diferentes células y tejidos dentro su organismo”, explica Martínez-Picado.
La segunda conclusión importante del estudio es la importancia de mantener el tratamiento de por vida de forma constante. Los investigadores han observado que de interrumpirse, los niveles de virus en sangre aumentan, se recarga el reservorio viral y “pier- den la ventaja que habían obtenido al comenzar el tratamiento temprano”, explica este investigador de IrsiCaixa, coautor del estudio.
En países desarrollados la transmisión vertical, de madres a hijos, es poco frecuente. Ahora bien, en los países en vías de desarrollo esa situación cambia por completo y, además, “las herramientas de que disponemos para tratar a niños no son igual de importantes, ni en número ni en calidad, que las que tenemos para los adultos”, explica MartínezPicado.
Los resultados de este estudio ponen de manifiesto la necesidad de desarrollar medidas para que se inicie el tratamiento lo antes posible en todo el mundo. Además, destacan los investigadores, estos niños que han comenzado a tomar antirretrovirales de forma precoz y tienen un reservorio viral bajo son los primeros que se podrán beneficiar en un futuro de intervenciones médicas orientadas a la cura.
No obstante, el hecho de tratar a pequeños desde que nacen también arroja sombras debido a la toxicidad de los fármacos utilizados. Aunque los efectos secundarios que tienen se han reducido mucho en los últimos años, no están exentos de ellos y además son acumulativos. “Habría que ver cuando estos niños se hagan mayores si esta toxicidad acumulada provoca efectos secundarios importantes. Aunque por el momento las ventajas superan con creces los posibles inconvenientes, apunta Martínez-Picado.
Los niños que dejan el tratamiento por algún motivo pierden la ventaja obtenida al comenzar