El color del luto
Materializó la locura de la moda cuando el mundo empezaba a adoptar nuevas tecnologías al diseño. Pintó a varios tintes un universo monocorde y casi unicolor, puso música a sus prendas y nos hizo mirar a través de sus propuestas cómo la plástica de la vida se horneaba con fuegos distintos. Elio Fiorucci se crió en el negocio familiar del calzado, al que pronto le dio la vuelta. Inventó unas botas de goma en colores básicos que revolucionaron la industria y que años más tarde, concretamente en marzo del 2013, tendrían un velado homenaje en Broadway con el estreno de Kinky Boots, el musical producido por el mago Harvey Fierstein musicado por Cindy Lauper que arrasó en los Tony. En la obra, la fabricación de botas con materiales sintéticos y colores ramplones (ideal para travelos) salva la producción de una fábrica; las originales de Fiorucci, que datan de 1962, significaron un alto en la vida de esta familia.
El futuro creativo viaja a Londres y se empapa de las tendencias de Carnaby Street y King’s Road para llevarlas a Milán y preparar la ofensiva. Crear un imperio en casa (Galleria Pasarela) para exportarlo con la seguridad del éxito absoluto. Y así fue.
Abrió en 1975 su primera tienda en Londres y al año siguiente en Nueva York. Y ahí ya fue el delirio. En la capital británica impuso abrigos afganos, cuentas de colores e interpretó prendas con objetos inusuales. Patentó su logo, los dos angelitos diseñados por Italo Lupi, y rebajó la sofisticación del animal print, aupado por la elegante Elsa Schiaparelli (abuela de Marisa Berenson y creadora del color fucsia), hasta ponerlo a disposición de los más elementales diseños. La locura de los setenta, y en concreto del 76 neoyorquino, le nombra gurú estético de la época y usa y abusa de lycras, plásticos, trasgresores materiales que enloquecen a los consumidores ávidos de seguir propuestas de las divas del momento, de la excéntrica millonaria Gloria Vanderbilt a una incipiente Madonna y su vicioso ro- ELIO FIORUCCI (1935-2015)
Diseñador de moda italiano pero. En su tienda, decorada por Ettore Sottsass, Andrea Branzi y Franco Marabeli desfilan todos: de Keith Haring a Andy Warhol, de Cher a Divine, de Grace Jones a Deborah Harry. Y hasta un quinceañero Marc Jacobs. Están encantados de ver, entre docenas de ideas, la memorabilia de Disney convertida en objeto de deseo antes que Jeff Koons la hiciera objeto de museo. Oliviero Toscani le crea la imagen, Maripol y Jim Walrod le controlan el espacio del que Terry Jones es el director creativo. Fiorucci en Nueva York fue un happening continuo, donde podías encontrar no sólo movida new wave, sino toda clase de estrellas, de Lauren Bacall a Jackie Onassis. Perdidos todos entre productos de belleza, ropa, objetos para el hogar, prendas vintage, gafas, zapatos y bisuterías, servido todo ello en un decorado humano que tu- vo su cenit en la apertura de Studio 54, que diseñó el mismo Fiorucci. Allí donde Warhol presentó Interview, Paper Magazine vendió su primer número, mandando en el culture club, entre botas doradas de 110 dólares de la época, monobikinis, sleepers de China, plásticos y lycras y guiños de Micky Mouse, Fiorucci cerró en Nueva York en 1986, y tuvo un breve resurgir en el 2001, ya en manos de la Edwin International de Japón, que lo vendió en el 2003 a H&M.
Epicentro de ese universo multicolor, pluricultural y transgresor, Elio Fiorucci se fue de repente en la madrugada de ayer, dicen que de un accidente cardiovascular. Y cerró de un portazo una época creativa, diferente, loca y colorista que añadió un gramo de locura a la aventura de vivir.