Colau no garantiza la apertura de tiendas en domingo
El Ayuntamiento abrirá un proceso participativo con vecinos y comerciantes de las zonas turísticas
La zona turística de Barcelona vivió ayer su último domingo de tiendas abiertas de la temporada. El gobierno municipal quiere someter a un proceso de participación la estrategia que seguir, lo que augura un nuevo choque con los comerciantes
Aquellos a quienes les sabe a poco la fórmula consensuada el año pasado por el Ayuntamiento de Barcelona y algunas asociaciones de comerciantes –el acuerdo de mínimos que ha permitido a las tiendas de una amplia zona central de la ciudad calificada como turística abrir sus puertas todos los domingos de verano entre las diez de la mañana y las seis de la tarde– ya pueden ir haciéndose a la idea de que, en el futuro inmediato, no van a soplar precisamente vientos favorables a la liberalización comercial en la capital catalana. Esta es la predicción que apuntan los comerciantes partidarios de levantar las restricciones que hoy pesan sobre el comercio local y también la que se emite desde el gobierno municipal de BComú, dispuesto a abrir un proceso participativo –uno más en la lista de tareas pendientes de la alcaldesa Ada Colau– que, según todos los indicios y la experiencia de negociaciones previas, parece abocado a un nuevo desencuentro e incluso a la posibilidad de que el paso corto dado en los dos últimos veranos tenga que desandarse.
La zona turística de Barcelona vivió ayer el último domingo de tiendas abiertas de esta temporada. La presencia en la ciudad de 27.000 cruceristas (véase la página 3) no sirvió para animar un consumo muy lastrado desde el primer día por el desacertado horario de cierre (las seis de la tarde). Según algunas estimaciones apenas un 7% de los pasajeros de los cruceros que pasaron por el puerto de Barcelona se acercaron expresamente a la zona comercial para practicar el shopping antes de embarcar o desembarcar.
A medida que avanzaba el verano se ha confirmando que la medida acordada en el 2014, cuando el convergente Xavier Trias abordaba la recta final de su mandato ha funcionado relativamente bien en algunas zonas –especialmente en algunas calles del Gòtic– y ha sido intrascendente en otras. En algu-
PASO ATRÁS Incluso la actual fórmula veraniega en la zona turística podría dejar de aplicarse
nas vías comerciales como la rambla Catalunya muchas de la tiendas que a principios de julio se animaron a probar suerte optaron a media temporada por no hacer el esfuerzo de subir las persianas.
El gobierno municipal reconoce el “interés legítimo” de determinados comerciantes de la ciudad de aprovechar la presencia del turismo durante estos meses de verano, pero insiste en que su prioridad es “velar por el comercio tradicional”. El argumento apenas difiere del que se utilizaba desde la institución municipal en la época Trias. El Ayuntamiento asegura tener constancia de que este año el número de aperturas dominicales ha sido inferior al 2014, una circunstancia que los responsables municipales dicen que tendrán en cuenta en la propuesta para los próximos años.
La intención del gobierno de Ada Colau es abrir un proceso par- ticipativo para redefinir los horarios comerciales, una mesa de negociación en la que quiere que participen, además de los comerciantes y consumidores, sindicatos y grupos municipales. Algunas asociaciones de empresarios del sector temen, no obstante, quedarse fuera de esa discusión o en inferioridad de condiciones en función de la composición de la mesa. Barcelona Oberta o Amics del Passeig de Gràcia recuerdan que no pudieron intervenir en la negociación de la actual fórmula dominical. En aquella ocasión se pactó inicialmente un horario todavía más restrictivo (de diez de la mañana a dos de la tarde), que se amplió in extremis hasta las seis de la tarde como consecuencia de la intervención del PP (los votos de los concejales populares eran imprescindibles para que el gobierno de CiU pudiera aprobar la medida en el pleno municipal).
Como ya es tradición en el comercio local, las posturas entre los
VUELTA A EMPEZAR La negociación se iniciará de nuevo sin que se adivine opción alguna de consenso
DEMASIADO TEMPRANO Muchos comerciantes lamentan haber tenido que cerrar sus locales a las seis de la tarde
diferentes actores están muy enfrentadas y se mantienen inamovibles. La Fundació Barcelona Comerç entiende que el horario actual es lo máximo que puede aceptar, que no cederá ni un segundo más porque, de lo contrario, la demanda interna se vería afectada. En cambio, los comerciantes más
liberales consideran que la apertura comercial en domingo debería estar permitida entre abril y octubre, para aprovechar mejor la afluencia turística. En general, no reclaman poder abrir todos los días del año, pero advierten que los horarios actuales de los domingos veraniegos no funcionan: se ven obligados a cerrar justo en el momento en el que podría haber una mayor actividad comercial. En este sentido, recuerdan que otras ciudades europeas que han decidido abrir sus tiendas en días festivos lo hacen más tarde (a las doce) para cerrar a las siete o las ocho.
Javier Cottet, presidente de Barnacentre, reconoce que, “de forma informal”, el mensaje que les llega desde el Ayuntamiento es que el próximo verano las tiendas quizás no puedan abrir los domingos de julio y agosto. “Espero que no nos dejen fuera del proceso participativo que Bcomú quiere impulsar este otoño”. Según Cottet, la experiencia de este verano es frustrante, como lo fue la del año pasado. “Los fines de semana de verano se hace caja a partir de las seis de la tarde, que es cuando cerramos. Este horario es un despropósito”, señala el presidente de Barnacentre.
Cottet no entiende por qué la Federació d’Associacions de Veïns ha de ser un interlocutor del Ayuntamiento en el tema de los horarios. “Nosotros vendemos a los vecinos y recuerdo que bares y restaurantes abren los domingos sin que nadie se rasgue las vestiduras. El comercio no molesta, da vida a los barrios, seguridad, limpieza... y genera riqueza porque, aunque los sindicatos digan lo contrario, contratamos gente para que trabaje los domingos”.
Gabriel Jené, presidente de la fundación Barcelona Oberta, coincide en que el actual horario “es del todo improductivo”. También temen quedarse excluidos de la negociación, aunque no ven del todo mal empezar de nuevo de cero. “Están ahogando la posibilidad de que Barcelona se convierta en un destino de shopping –sentencia Jené–. Representamos el progreso ecónomico, generamos empleo. Reclamamos abrir los festivos de primavera a otoño hasta las ocho de la tarde. Este año en un domingo se recauda un 20% de lo que se ingresa en caja un día normal de verano. No sale a cuenta para el comerciante medio, que es la mayoría de nuestros asociados. Por eso, muchos empezaron abriendo los domingos y han acabado por no subir la persiana. Para las franquicias es distinto, es una cuestión de política de marca, pero tampoco creo que les salga a cuenta”.
La posición de Barcelona Comerç es diametralmente opuesta. Su presidente, Vicenç Gasca, manifiesta que “hemos llegado a la concesión máxima que podíamos”. A su juicio, “los excursionistas que pasan por Barcelona tienen tiempo para comprar en domingo si las tiendas están abiertas hasta las seis de la tarde y los cruceristas a las cinco se tienen que ir. No nos parece mal que quien quiera abra los domingos de julio y agosto, pero ampliar más las horas de apertura podría provocar un desplazamiento de la demanda interna”. Barcelona Comerç defenderá el actual modelo en las conversaciones que se iniciarán en las próximas semanas. “Las tiendas de Barcelona –concluye Gasca– abren doce horas cada día de lunes a sábado. Quien quiera comprar tiene tiempo suficiente para hacerlo”.