La Vanguardia (1ª edición)

Mats Brännström

MÉDICO HOSP. UNIVER. GOTEBÖRG

- GLORIA MORENO

La falta de matriz era una causa de infertilid­ad irreversib­le. Un equipo del hospital Universita­rio de Gotebörg ha sido el primero en conseguir que nazcan niños de madres con un trasplante de útero.

No hace tanto tiempo, realizar con éxito un trasplante de útero y lograr que de éste naciera un niño sano sonaba a ciencia ficción. En los últimos meses, sin embargo, ya son cuatro los bebés que han llegado al mundo gracias a una pionera técnica desarrolla­da en Suecia. Y uno más está en camino. Son noticias que llenan de esperanza a miles de mujeres que sufren infertilid­ad uterina, ya sea porque nacieron sin matriz o porque ésta les tuvo que ser extirpada a raíz de un cáncer o alguna otra enfermedad grave.

“No podemos describir lo felices que somos”, exclamaba recienteme­nte en declaracio­nes a AP una de las afortunada­s que ha podido ser madre gracias a esta novedosa cirugía. En su caso, se quedó sin útero cuando tenía poco más de 20 años a causa de un tumor maligno. Desde entonces, había tenido que acostumbra­rse a la idea de que nunca podría tener un hijo propio.

Sin útero, es imposible quedarse embarazada. De hecho, éste es uno de los tipos de infertilid­ad más severos y, hasta hace muy poco, irreversib­les. Por esto, para esta primeriza, cuyo bebé ya tiene nueve meses, lo que le ha pasado es algo “inimaginab­le”.

Un milagro, además, que ha sido posible gracias a su propia madre, la abuela del niño, que fue quien le donó su útero. Es algo extraordin­ario. La misma matriz que la vio nacer le ha permitido ahora ser madre también ha ella. Nunca antes un único órgano había conectado de esta manera a tres generacion­es de una misma familia.

Pero el suyo no es el único caso. Otras ocho mujeres con problemas similares se sometieron al mismo tipo de trasplante hace tres o cuatro años. Todas ellas forman parte del proyecto que lidera el doctor Mats Brännström, del hospital Universita­rio Sahlgrensk­a de Goteborg (Oeste de Suecia), que lleva 15 años investigan­do el tema.

Se trata de una operación larga y complicada. Sacar el útero de la donante cuesta unas 10 o 12 horas de trabajo y trasplanta­rlo en la receptora, otras cuatro o cinco. Los médicos tiene que realizar con mucho cuidado y exactitud la conexión del órgano con las venas y arterias del nuevo cuerpo, además de asegurar que queda fuergestar temente sujeto a los ligamentos de la pelvis. Algo de vital importanci­a para que la matriz pueda soportar un embarazo.

Otro riesgo es que el cuerpo receptor rechace el nuevo órgano, algo que ocurrió con dos de las nueve mujeres que se sometieron a esta operación y a las que finalmente se les tuvo que extirpar el útero donado.

Para las otras siete, sin embargo, sí que funcionó y, de momento, cuatro de ellas han conseguido y dar a luz a un bebé, mientras que una quinta está encinta en este momento.

Para lograr el embarazo, las mujeres no pueden buscarlo de manera natural y tienen que recurrir a la fecundació­n in vitro. Además, tuvieron que esperar al menos un año para poder implantar el embrión en el útero para comprobar que el cuerpo no generaba ningún tipo de reacción al nuevo órgano y asegurarse de que todo estaba bien.

El proceso no es fácil. Y tampoco está libre de riesgos. Primero hay que superar la fase del trasplante. Aunque la más complicada es la del embarazo. Las gestantes tienen que ser monitoriza­das con mucha frecuencia para comprobar que el nuevo útero está cumpliendo su función y que los nutrientes llegan al feto con normalidad. En algunos casos, por ejemplo, las nuevas madres han desarrolla­do preclampsi­a o han tenido que dar a luz antes de término a causa de otras complicaci­ones.

Pero el hecho de que ya hayan nacido cuatro criaturas sanas confirma que la técnica puede cambiar la vida de muchas mujeres. Se calcula que en la actualidad hay unas 200.000 en toda Europa con este problema.

El doctor Brännström es el primero del mundo que ha conseguido que un útero trasplanta­do diera a luz una nueva vida. Y ya van cuatro. Antes que él, otros lo habían intentado sin éxito en otros países, como Arabia Saudí o Turquía. Por esto, algunos expertos consideran que la hazaña constituye el mayor avance en materia de fertilidad desde la fecundació­n in vitro.

Una de las pacientes recibió la matriz de su madre, la abuela del bebé que ahora tiene nueve meses El embarazo posterior tiene que ser por fecundació­n in vitro y hay que esperar un año como mínimo

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XAVIER CERVERA / ARCHIVO La técnica del doctor Bränström ha permitido el nacimiento de cuatro niños de momento

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