La banca deberá ahorrar
El capital exigido podría pasar del 8% en el 2015 al 10% en el próximo ejercicio
Las nuevas exigencias del Banco Central Europeo obligarán a los bancos españoles a realizar un esfuerzo para incrementar su solvencia, para lo cual moderarán el reparto de dividendos y, probablemente, serán más selectivos a la hora de abrir el grifo del crédito, lo que provocará su encarecimiento.
“El Banco Central Europeo manda mucho”, argumenta un banquero. Y es que aunque la banca europea no pasará este ejercicio 2015 test de estrés, como el año pasado, sí anda muy atenta a las nuevas exigencias de solvencia que emitirá el organismo que dirige Mario Draghi.
Estos días, el consejo supervisor del BCE está fijando los niveles de capital que los 128 bancos de la eurozona han de alcanzar para el próximo año. Hay varias ratios, pero la banca se fija en la imposición para 2016 y la requerida en 2019 con las actuales circunstancias. De forma resumida, el CET (common equity tier 1) corresponde a los recursos de más calidad. La ratio denominada cet phase in es el capital que poseen ahora. Y la cet fully loaded es la que las entidades poseen también ahora, pero con las exigencias para el 2019, según Basilea III.
Sea como sea, se trata de homogenizar criterios para que los bancos españoles puedan compararse con los franceses, daneses o alemanes. El BCE exigió de media en 2015 para la ratio cet phase in un 8%, cifra que podría elevar al 10% en 2016. Con las normas vigentes hasta ahora, lo previsto para el año que viene era un 8,625%. Tras recibir las notificaciones, las entidades tendrán dos semanas para sus alegaciones.
La cuestión es que en el debate en el seno del BCE también hay discrepancias por los conceptos que incluir, incluso se habla de la armonización de los activos ponderados por riesgo (APR). Su endurecimiento, sí que afectaría a la banca española.
Según Joaquín Maudos, catedrático de análisis económico de la Universidad de Valencia, “para la banca en general Basilea III supone exigir más capital y de más calidad, lo que constituye un problema, máxime en estos años en los que el capital está muy caro, con un coste superior a la rentabilidad de la banca”. De ahí, señala, “la importancia de una política conservadora en el reparto de dividendos para acumular reservas”. En este contexto, varios bancos han emitido híbridos o han ampliado capital para acercarse progresivamente a las mayores exigencias de Basilea III.
Hasta ahora, las entidades españolas no tienen déficit de capital, pero ello no quita que tengan que seguir fortaleciendo sus recursos propios en los próximos años. En este contexto, argumenta Maudos, “el BCE y el Banco de España insisten en una política conservadora a la hora de repartir dividendos, incluso restringiéndolos si su solvencia no supera el umbral”.
El problema es que una forma de mejorar la solvencia es reduciendo los activos con riesgos, lo que perjudica el crédito. Por lo tanto, “vamos hacia un sector bancario más seguro (más solvente), pero con un crédito que puede ser más caro”, sentencia el catedrático.
Hasta hace dos años, se penalizaba a la banca española por la concesión de crédito a las pymes. Pero la transposición de Basilea III en Europa (la llamada CRDIV) redujo la ponderación que se aplicaba en el crédito a las pymes del 100% al 75% actual. Con ello, se consiguió exigir menos consumo de capital en ese tipo de préstamos, con el objetivo de incentivar el crédito a las pymes.
El problema que había en España hasta octubre de 2013 era la definición de pyme que afectaba negativamente al crédito. Por eso, el Banco de España cambió la definición de pymes, para no penalizar el crédito. El cambio consistió en pasar de 50 empleados a 250 en la definición de pyme, de forma que más empresas (las que tienen entre 50 y 250 empleados) también se benefician de una menor ponderación del crédito en los activos ponderados por riesgo.
Distintos bancos de inversión empiezan a emitir informes con el déficit de capital que podría tener la banca de la eurozona. Por ejemplo, JP Morgan Cazenove cuantificó en 26.000 millones las necesidades de los bancos europeos. Desde las grandes entidades españolas insisten en que hasta que no se conozca la letra pequeña de la nueva directriz no se pueden efectuar cálculos definitivos, puesto que “hay abiertos varios escenarios”.
A las grandes entidades españolas les penaliza su estructura de filiales fuera, con gestión propia, puesto que se les obliga a tener los mismos colchones en todos los mercados. Estos bancos pueden decantarse por reducir los activos ponderados por riesgo y el endeudamiento para cumplir con las nuevas exigencias. Aunque la norma puede cambiar a su favor.