Opinión de un gallego
Soy gallego. Les garantizo que ideológicamente me sitúo en las antípodas de la derecha. Es más, siempre lucho con vehemencia contra sus teorías, y sus consecuencias. Me gustaría transmitirles mi visión, modesta, pero mía, sobre el “proceso soberanista”.
Muchos dirán, que por lejanía, mi opinión no es válida, que no sé de qué hablo, que estoy contaminado por el aparato propagandístico de la “terrible España”. Intentaré convencerles de que, probablemente por mi lejanía, quizás esté en posesión de una visión más objetiva. Como diría mi querido Serrat, cada uno “baja las escaleras como quiere”. Como les decía, soy gallego, y “galeguista”. Viajo a menudo a Barcelona. En realidad, siempre que puedo. La primera pregunta que me hago, es qué cambios fundamentales, en sus vidas, van a tener los catalanes si se independizan. La segunda es por qué cuando voy a Catalunya sólo veo unas banderas, sólo escucho una voz, sólo veo unos libros.
En Catalunya me he sentido muy bien tratado. Pero créanme, en determinadas ocasiones, no tan bien tratado como un inglés, un alemán, o un francés. Me resultó triste. Y yo me pregunto, “qué delito cometí contra el cielo, por haber nacido gallego”. Y en Catalunya he visto infinidad de banderas esteladas en los balcones. Ni una sola española. Extraño.
En el antiguo mercado del Born, junto a unas excavaciones, vi multitud de libros cuya única finalidad era justificar la supuesta independencia del Estado catalán un puñado de años. Me extraña no ver cómo ningún personaje célebre catalán, sea intelectual, cantante, actor, director de cine, empresario de renombre, se manifiesta públicamente en pro de la permanencia en el Estado español.
Como les decía, soy gallego, y soy español. Me ha llevado años asumirlo, pero no me crea ningún tipo de conflicto, ni contradicción que esto sea así.
Y me siento muy a gusto cuando voy a Catalunya. No me gustaría sentirme extranjero en esa bendita tierra.
XESÚS BRAVO ÁLVAREZ
Vigo