Tertulias de ruido y furia
Te sientas ante el televisor dispuesto a seguir las abundantes tertulias televisivas en los días posteriores al 11-S celebrado en Catalunya y se te vienen a la mente las palabras de Shakespeare para su Macbeth (Acto V, Escena V): “La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.
Ay de los indecisos, pobres los que tienen la idea tan absurda de informarse con solvencia antes de depositar su voto el próximo 27 de septiembre o, simplemente, de entender los abundantes significados de aquella manifestación ciudadana. Si esperan alguna luz de esas tertulias, piensen ahora en el Dante y abandonen toda esperanza mientras recuerdan a Macbeth, pues en las pantallas de sus televisores sólo encontrarán ese ruido y esa furia que en lugar de informar y de aclarar ideas inducen a confusión y, bien rápido, causan aburrimiento y hastío. Los tertulianos –y en esto rara es la cadena que escapa a la regla común del desvarío, lo mismo da TVE, que la Cuatro, TV3 que La Sexta o que Antena 3, quizá con la única excepción de 8tv, donde la serenidad tiene costumbre de instalarse– ni razonan ni lo intentan, para ellos la palabra es arma arrojadiza, pedrada al discrepante, desprecio de los hechos, tergiversación de la realidad, imitación formal y conceptual de los aquelarres tertulianos de Telecinco, que además se pretenden serios y solventes porque hablan de política y no de casquería sentimental.
No es ajeno al problema que la mayoría de los tertulianos sean personas adscritas a partidos políticos, en lugar de simples periodistas (cuidado con nosotros, por cierto), politólogos, economistas o sociólogos, gentes de natural inclinadas a analizar y comprender la realidad, en lugar de a la bronca para imponer ideologías. O, quizá, es que estamos viviendo una época que es para la confusión y en una geografía que sirve para la confrontación.
Los tertulianos ni razonan ni lo intentan, para ellos la palabra es arma arrojadiza, desprecio de los hechos, pedrada al discrepante
Decía hace poco Umberto Eco, en conversación con el periodista Xavi Ayén (revista Código Único, septiembre 2015) “antes la televisión era en blanco y negro y por la noche daban obras de Pirandello, Guerra y paz ode Shakespeare y a la gente le iba bien y lo veían”. Pues ahora, don Umberto, ya ve usted adónde hemos llegado.
‘Olmos y Robles’. Transcurridos los primeros 6 minutos de Olmos y Robles, la nueva serie de TVE en prime time nocturno (La 1, martes noche), Rubén Cortada, uno de los protagonistas, hunde la cara entre las manos, en gesto de cansancio y desesperación. Me pareció el único instante de verdad (verdad artística) del nuevo culebrón que tiene por protagonistas a dos dispares agentes de la Guardia Civil. Hasta ese minuto, lo visto en pantalla era una acumulación frenética de todos los tópicos de esa clase de argumentos, mil veces vistos antes en películas cinematográficas y series televisivas. Rubén expresaba su desespero al darse cuenta de dónde se había metido al aceptar el papel.