Marxistas orgullosos
Nombra como nuevo responsable de Economía al marxista John McConnell
El nuevo líder laborista, el radical Jeremy Corbyn, ha hecho oídos sordos a las presiones para que se moderase y ha elegido un equipo de izquierdistas tradicionales y que además hacen gala de ello.
Seguro que Jeremy Corbyn tendrá que hacer concesiones, pero cuando llegue el momento las hará a regañadientes, y las mínimas que sean estrictamente necesarias. Quienes le presionaban para que el nombramiento de su gabinete fuera un gesto de moderación se han llevado un monumental chasco, ya que es un equipo de izquierdistas tradicionales y a mucha honra, que no sienten vergüenza alguna por ser definidos como tales.
Ejemplo: el puesto clave de ministro de Finanzas en la sombra, responsable de la política económica de la oposición, ha recaído en su fiel amigo y jefe de campaña John McConnell, veterano diputado por Hayes and Harlington, marxista convencido y sin pelos en la lengua. “Antes nadaría en medio de vómitos que votar a favor de los recortes”, declaró hace poco. Más polémicas fueron sus palabras hace unos años en un congreso sindical, cuando aseguró que le gustaría regresar a 1980 para poder asesinar a Margaret Thatcher. O cuando participó en un homenaje a Bobby Sands (célebre miembro del IRA que murió en una huelga de hambre) y dijo que los terroristas republicanos “deberían recibir un homenaje por su papel en la lucha armada que ha hecho posible los acuerdos de paz”.
La mitad de integrantes del gabinete de oposición de Corbyn son mujeres, aunque sus enemigos no han perdido la ocasión de criticar que no ocupan ninguno de los puestos tradicionalmente más importantes (Andy Burnham, uno de sus fracasados rivales en la batalla por el liderazgo, ha aceptado la cartera de Interior, y Hilary Benn seguirá como responsable de Política Exterior). La respuesta del nuevo dirigente laborista es que las percepciones han cambiado, y Sanidad y Educación están a la misma altura que el Exchequer y el Foreign Office en la lista de sus prioridades.
El grupo parlamentario ha quedado dividido en tres grupos: los leales a Corbyn (unos quince diputados, entre ellos la vieja socialista Diane Abott, que ha sido premiada con la cartera de Ayuda Internacional), los pragmáticos (que tienen divergencias ideológicas pero cuyo objetivo en este momento es preservar la unidad del partido), y la resistencia (centristas y herederos de Blair, que se han negado a ocupar cargos y en muchos casos conspiran ya para provocar un golpe de estado). En este sector de autoexilados se encuentran las candidatas derrotadas Yvette Cooper y Liz Kendall, y los ex ministros Margatet Beckett, Peter Mandelson y David Blunkett y Alan Johnson.
El examen al nuevo líder empezó ayer mismo en la Cámara de los Comunes, con el debate de un polémico proyecto de ley conservador dirigido a cortar aún más las alas a los sindicatos, disminuir la cantidad de dinero que pueden donar al Labour, y hacer casi imposibles los parones laborales dentro de la ley. Las unions amenazan con una sucesión de huelgas salvajes en el invierno, reminiscentes de las que paralizaron el país en los años ochenta.
Aunque no le gusta el giro neoliberal de la Unión Europea en los últimos años y es considerado hasta cierto punto un euroescéptico (por las razones contrarias a Cameron, como por ejemplo la rebaja de los derechos a los trabajadores), Corbyn ha insinuado que el Labour hará campaña en el referéndum por la permanencia en la UE, y que la salida de la OTAN no figura por el momento en la agenda. Es tal vez su manera de hacer concesiones...
El nuevo líder del Labour insinúa que hará campaña a favor de la permanencia en la Unión Europea