Austria envía soldados a la frontera húngara, cerrada “temporalmente”
Austria va a desplazar una parte de su ejército a la frontera con Hungría y 2.200 soldados ayudarán a la policía a controlar la entrada de refugiados o emigrantes procedentes del país vecino.
En Austria hay 20.000 refugiados entrados por los puestos fronterizos con Hungría de Nickelsdorf y de Heiligenkreuz (sudeste). Tenían el propósito de continuar el viaje en dirección a Alemania, pero la noche del domingo Berlín introdujo “temporalmente” el control de fronteras y quedaron retenidos en Austria.
Al otro lado de la frontera austríaca con Hungría continúan acumulándose los refugiados: durante el lunes llegaban unos 1.500 por hora. Un portavoz de la policía estimó que el número ascendería ayer a 20.000 más.
Ha sido el propio jefe de Gobierno, el socialista Werner Faymann, quien anunció que se adhería a la decisión del Gobierno alemán de introducir temporalmente el control de las fronteras, porque “Austria y Alemania solos no pueden resolver el problema de los que buscan asilo en Europa”. Un día antes Faymann se había distanciado de los alemanes diciendo que Austria aplicaría un criterio especial, un “balance de orden, humanitarismo, respeto a los derechos humanos”, con unos eufemismos que nadie entendía, hasta que el socio de la coalición gubernamental, el vicecanciller popular Reinhold Mitterlehner dejó las cosas claras diciendo: “Vamos a hacer exactamente lo mismo que hacen los alemanes”.
La decisión de recurrir al ejército fue precipitada, porque los ministros estaban siendo consultados por correo electrónico en el momento del anuncio. Lógicamente, la policía no sabe todavía lo que tiene que hacer: se limita a reconducir a los refugiados a autobuses que terminan su recorrido en algún refugio provisional. Y el ministro del ejército aseguró por la noche que la labor de los 550 soldados que están dirigiéndose a la frontera será en primer lugar de carácter humanitario.
Las imágenes de la frontera son deprimentes. Muchos llevan días en camino, están agotados, no saben dónde están, no saben dónde ir, muchos no se han enterado de que el Gobierno austríaco va a reintroducir el control de fronteras, están desorientados y además llueve. La policía austríaca lleva semanas llevando a cabo un servicio ejemplar y paciente, lo mismo que muchas oenegés. Los refugiados reciben comida, bebida, ropa, mantas y literas y son atendidos sanitariamente. Sólo les falta una cosa: la meta final.