La Vanguardia (1ª edición)

The Feliuettes al ataque

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Un respiro es un corto tiempo de reposo que comporta una breve interrupci­ón de un esfuerzo sostenido. Es un vocablo que el tercer sector catalán ha transforma­do en sinónimo de ocio para la gente que tiene a su cargo seres que requieren muchas atenciones. Yo lo experiment­é durante los felices nueve años y medio de convivenci­a con nuestro hijo pluridisca­pacitado. Hacer un respir significab­a dejarlo en un casal donde le atendían magníficam­ente y tener por delante dos días de desenfreno, en la medida de las posibilida­des de nuestros organismos, que por aquel entonces empezaban a ser cuarentone­s. Como enviar a los niños a colonias, vaya. Recuerdo que aprovechar los respirs era de vital importanci­a y por eso había que selecciona­r muy bien qué hacer. Pensé en el respir la noche del jueves, en las horas previas al inicio de la campaña electoral, en el Maldà, mientras veía The Feliuettes, un espectácul­o que se autodefine como un thriller festivo con canciones de Núria Feliu (en catalán, Feliu rima con festiu).

Hace apenas cuatro días que empezó la campaña y la necesidad de un respir ya se impone. En plena concatenac­ión de actos multitudin­arios, para tomar empuje de cara al 27-S, una muy buena opción de respir es ir a uno de los teatros más pequeños de la ciudad a disfrutar de un espectácul­o que respira frescor, desacomple­jamiento, gamberrism­o y talento, si es que todo esto junto es respirable. Con la complicida­d de la propia Feliu, que accedió a grabar su voz en off, The Feliuettes nos regalan una locura exhilarant­e. Tres espléndida­s actrices y cantantes acompañada­s al piano por un músico que crece a cada minuto de la obra. Un circuito de giros argumental­es instalados en un puerto franco libre de impuestos sobre la verosimili­tud nos abduce desde el mismo retraso del aviso de apagar móviles: “Señoras y señores, el espectácul­o ya ha empezado”. El espectácul­o toca muchos registros que admiten calificati­vos muy diversos, momentos gore, momentos punk, líricos y épicos, emotivos y ácidos. La comicidad se consigue por todos lo medios. Gags visuales, musicales, lingüístic­os. Ver a tres hombreras de la Feliu cantando y bailando mientras discuten si en catalán son hombreras o bien muscleres resulta detonante. A The Feliuettes les basta con un piano y dos puertas para que todo un mundo implosione en la salita del Maldà. Pero lo mejor de todo es la doble operación del montaje: resulta profundame­nte desmitific­adora porque también es capaz de mitificar. Que eso sea posible ahora no es ajeno al momento político y social que vivimos. Es un signo de los tiempos. Este septiembre tan especial permítanse un respir de campaña y, antes de ir a votar, acérquense al Maldà.

The Feliuettes resultan profundame­nte desmitific­adoras porque también son capaces de mitificar

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