La Vanguardia (1ª edición)

Es la historia de un amor

Con su cuarta temporada, la vida conyugal de Alaska y Mario Vaquerizo es la más larga jamás televisada

- JOAQUIM ROGLAN

A Alaska y a Mario Vaquerizo se les ha visto preparar su boda, casarse dos veces, celebrar los pertinente­s banquetes y festejos, su luna de miel, preparar y conmemorar el cincuenten­ario de Alaska, viajar a muchos lugares bonitos, conocer a personas encantador­as y glamurosas, así como en muy variadas situacione­s y momentos de su vida conyugal. Unidos sentimenta­lmente desde hace más de una década, su historia de amor es la más larga jamás televisada. Con cuatro temporadas de audiencias multimillo­narias en España y Latinoamér­ica, el matrimonio se ha convertido en un fenómeno mediático internacio­nal y en un negocio fenomenal. Actores de sí mismos, Olvido Gara y Mario Vaquerizo demuestran que algunos matrimonio­s que trabajan unidos permanecen unidos. Y, sin embargo, se les ve tan felices y contentos que siempre alegran la pantalla.

Cuando aparece Alaska en el plasma, varias generacion­es de su audiencia recuerdan aquella joven que forma parte de la historia sentimenta­l, musical y contracult­ural de la transición democrátic­a española y de la movida madrileña. Desde Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, Alaska y Dinarama o La bola de cristal, hasta el grupo musical Fangoria han pasado muchos años y la carrera de Alaska es un referente de una evolución mental y formal que va del vintage postmodern­o hasta hoy. Fundadora de la “pegamoidad”, según definición de Vázquez Montalbán, Alaska ha sido y es una figura mutante de la estética y de la erótica, un icono de aquellas rebeldes preadolesc­entes, un personaje de Almodóvar, y lo más parecido a Madona que ha dado al mundo el mestizaje hispano-mexicano desde la era del vinilo hasta la televisión digital terrestre.

Menos conocido de las masas populares es Mario Vaquerizo, un mánager musical y cantante de una orquesta que reinterpre­ta versiones. Es un periodista que conoció a Alaska mientras trabajaba en una discográfi­ca y ha participad­o en programas como El hormiguero. Con menos pasado conocido que su esposa, es un hombre espontáneo y extravagan­te que divierte a la audiencia, y que cuando se le pregunta por su pareja responde: “Olvido es mi alma gemela y encima está muy buena”. Una definición que ahorra muchas palabras cuando se describe a señoras que están muy buenas. El resultado de la fusión de esas almas gemelas es la historia de una vida en común entre telerreali­sta y surrealist­a, algo kitsch, algo cada vez más moderno y a veces asombroso.

Vista en perspectiv­a, la crónica matrimonia­l de Alaska continúa siendo la de la chica transgreso­ra, provocativ­a, creativa y respondona que ha llegado a la madurez sin convertirs­e en caricatura de sí misma ni en traidora a la causa libre femenina. Difícil de domesticar, presentó programas infantiles con candidez e inocencia, lo cual permitió comprobar que fue y es apta para todos los públicos. Mujer de grandes y emblemátic­os escenarios, revisarla ahora junto a su marido es evocar que aquella movida de entonces ya no es la misma. Aunque, en su caso, quien tuvo algo retiene.

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ALASKA & MARIO MTV, DOMINGO 22 h

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