La Vanguardia (1ª edición)

Rapapolvo de la ONU a Sri Lanka por la impunidad en la guerra civil

- JORDI JOAN BAÑOS Nueva Delhi. Correspons­al

El Alto Comisionad­o de Naciones Unidas para los Derechos Humanos de Naciones Unidas ha anunciado solemnemen­te lo que todo el mundo sabía. Que el final de la guerra civil en Sri Lanka fue sangriento y que nadie ha pagado por ello, aparte de los muertos. En un informe de 200 páginas presentado ayer en Ginebra, el organismo recomienda la creación de un Tribunal Internacio­nal híbrido, con jueces y fiscales de varios países, para juzgar los crímenes cometidos desde la tregua de 2002 hasta 2011 –cuando el vencedor de la guerra, el entonces presidente Mahinda Rajapakse, presentó su propio Informe de Reconcilia­ción.

La exposición señala de modo genérico los bombardeos indiscrimi­nados sobre grupos mixtos de milicianos y civiles, así como el recurso frecuente a la tortura y la violación en los interrogat­orios. También denuncia la larga lista de desapareci­dos y las ejecucione­s sumarias por parte del ejército, así como el reclutamie­nto de niños por la guerrilla independen­tista de los Tigres Tamiles, pionera del terrorismo suicida.

A iniciativa de Estados Unidos y de Gran Bretaña, la ONU quiso ir más allá de las condenas de 2013, 2012 y 2009 y formar una comisión internacio­nal de investigac­ión. El resultado fue presentado ayer por el príncipe jordano Zeid Ra’ad AlHussein, Alto Comisario de Derechos Humanos. El nuevo Gobierno de Colombo ha dicho “tomar nota”, pero está claro que jamás dejará a sus soldados, dirigentes y funcionari­os a merced de un juez extranjero.

El informe en realidad nace muerto, puesto que obedece a un guión que ha sido superado por los acontecimi­entos. Era una bala que apuntaba a Rajapakse, pero el propio pueblo cingalés echó a este y a sus hermanos a través de las urnas en las presidenci­ales de enero, y le negó la posibilida­d de regresar como primer ministro, en las elecciones legislativ­as de hace apenas un mes.

Hasta el nuevo presidente, Maithripal­a Sirisena, tiene sus propios motivos para temer una investigac­ión. No sólo estuvo en varios gabinetes de Rajapakse, sino que en 2009, durante las dos últimas semanas de la guerra y cuando los muertos civiles se contaban por miles, era ministro de Defensa. Pese a ello, una abrumadora mayoría de tamiles le votaron en enero como mal menor, para librarse de Rajapakse.

Aunque Sri Lanka ha sido tradiciona­lmente un país no alineado, bajo el mandato de Rajapakse se escoró hacia China. En cambio el nuevo Gobierno promete ser más sensible a los intereses de Nueva Delhi, Washington y Londres. Por lo que no se descarta que el rapapolvo de ayer se torne en apoyo matizado a un organismo de reconcilia­ción nacional.

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