El esbozo preparatorio de Miró para su acción en el COAC entra en la Fundació
El dibujo ha sido donado por los arquitectos del Studio PER, cómplices de la acción
“Una obra que desafía las buenas maneras, la especulación económica, la idea mítica del artista sacerdote, y que es una imagen de violencia en la calle. Es una ruptura radical con el sistema de valores establecido”, escribió el crítico Alexandre Cirici, a propósito de la acción realizada por Joan Miró, en 1969, en las vidrieras de la planta baja del Col·legi Oficial d’Arquitectes de Catalunya i Balears, coincidiendo con su exposición Miró otro. De aquel mural efímero, que fue destruido por el propio Miró dos meses después, quedan como testimonio la película de Pere Portabella (Miró l’altre), las fotografías de Colita y un esbozo preparatorio en tinta y cera sobre papel que el artista regaló a los jóvenes arquitectos del Studio PER, impulsores y cómplices de aquel subversivo happening de creación-destrucción de un artista que contaba ya 76 años.
Tres de aquellos arquitectos, Pep Bonet, Cristian Cirici y Lluís Clotet (hubo un cuarto socio y colaborador, Òscar Tusquets), han donado el dibujo a la Fundació Miró de Barcelona, que lo incorpora a su colección. El propio Miró explicaba así su intervención a Georges Raillard: “Los jóvenes arquitectos quisieron hacer una exposición de choque, de ataque, lo contrario a la exposición oficial, antológica, que se hizo antes: el pintor de los museos [en el Hospital de la Santa Creu]. No fui a la inauguración oficial. Yo estaba en Barcelona, pero en el último momento pedí que les dijeran que no acudiría, para no encontrarme con las autoridades. En cambio, para los jóvenes arquitectos estuve allí, y a las 3 de la madrugada para que no hubiera gente, no era un espectáculo, pinté desde la acera. Después nos fuimos a tomar un café con leche y un cruasán para calentarnos un poco. Lo que me interesaba era el gesto instantáneo, sobre un fondo preparado donde había inscripciones en catalán a favor de la libertad de Catalunya”.
La pieza resultante, de 44 metros de largo y unos 70 metros cuadrados de superficie que resigue todas las ventanas de la planta baja del COAC de Barcelona, en la plaza de la Catedral, bajo el mural exterior de Pablo Picasso, apenas guarda parecido sobre la maqueta, pero como apunta Rosa Maria Malet, directora de la Fundació, para el artista sólo era un punto de partida, “un imaginar lo que puede acabar siendo, no buscaba una reproducción literal”. Miró asignó un color (amarillo, verde, azul y rojo) a cada uno de los cuatro arquitectos, que habían sido también los comisarios de su exposición, y les dio carta blanca para pintar lo que quisieran. Se reservó el color negro para él mismo como remate final. La acción se llevó a cabo en la madrugada del 27 de abril de 1969 y el 30 de junio, ahora a plena luz del día, Miró lo borró con escoba y disolvente. Un gesto radical del Miró más experimentador, que suscitó grandes elogios (el artículo de Louis Aragon Barcelone a l’aube, de Louis Aragon, publicado en Les Lettres Françaises, donde destacaba el carácter voluntariamente nocturno, casi clandestino de la acción, para evitar multitudes: “Decía con gracia, según me han contado,
El mural, realizado en colaboración con los arquitectos, fue borrado por el artista con escoba y disolvente “Eso de destruir medio millón de dólares a plena luz del día es muy bello”, escribió un crítico
que eso sería demasiado Dalí”) y alguna decepción, como la del crítico de arte y colaborador de la revista Triunfo José Mª Moreno Galván: “El espectáculo de ver a Joan Miró destruir la obra de arte que él había hecho con sus propias manos, no me gustaría verlo nunca más (...) Con todo, no puedo dejar de reconocer que algo me subyuga en ese gesto de Miró y de los jóvenes arquitectos barceloneses. Eso de destruir medio millón de dólares a plena luz del día es muy bello”.
Malet agradecía ayer el gesto “simpático y generoso” de los fundadores del Studio PER . “Es el testimonio de una historia excepcional que enriquece nuestro fondo y nos permite profundizar en el estudio de la última etapa del artista, muy marcada por su afán experimentador, ya sea a través del fuego con sus Teles cremades o el agua en el caso de la escultura cerámica La diosa del mar” que sumergió en el mar de Juan-les-Pins.