Sergi Roberto
Si las malas vibraciones existen, ayer el Barça concentró un buen puñado. Debió ganar y no lo hizo, aunque lo mereció sobradamente, pero un chut a puerta logrado por Florenzi desde la Fontana di Trevi le dio el empate al Roma. Lo peor no fue eso, a fin de cuentas un punto fuera de casa para empezar tampoco está tan mal. Lo peor fue la lesión de Rafinha, que pinta grave cuando el fútbol del brasileño crecía con cada partido, y la sensación de que Ter Stegen está sufriendo una crisis de confianza, cuando de eso siempre pareció ir sobrado. Al alemán, por costumbre más valiente que temerario, le asaltan las dudas justo ahora que Bravo, su competencia, sigue en la camilla, lo que confirma que el funcionamiento de la psique de los porteros siempre será un misterio por resolver.
De entre tanta mala fortuna sobresale victorioso Sergi
La suerte le dio la espalda anoche al Barça, pero al de Reus le sigue saliendo todo
Roberto, enrachado e inmunizado en los últimos tiempos ante cualquier contratiempo. Tímido en todas sus temporadas precedentes, el de Reus se ha creído el papel de lateral derecho y se ha destapado al fin. Apocado como interior, un puesto donde el error penaliza, es muy visible y tiene difícil arreglo, a un lado se siente más cómodo y no teme arriesgar, porque su zona queda orillada y su retaguardia protegida por el central derecho. Tener un carril prácticamente para él solo le ha liberado mental y físicamente. Da la sensación de que su cuentakilómetros necesitaba un despliegue de estas características. Como centrocampista a veces el campo se le quedaba corto. Ahora puede galopar prácticamente entre las líneas de fondo de ambas porterías. Es curioso. Alves no tenía competencia hace un año. Ahora están Aleix Vidal, calentando, y Sergi Roberto, opositando. Retomando las malas vibraciones iniciales, ahí está Douglas, que lo tiene peor que antes y ya es decir.