La Vanguardia (1ª edición)

Trierweile­r, ex de Hollande, regresa rejuveneci­da

La expareja de Hollande estrena imagen un año después de su libro de la venganza

- RAFAEL POCH París Retoques.

Septiembre de 2014. Bajo la lluvia, François Hollande acaba de concluir su visita protocolar­ia a un deprimido barrio del extrarradi­o parisino. Se mete en el coche oficial blindado, mientras se despide saludando al público con la mano con la ventanilla abierta. En ese momento, con el coche ya en marcha, un colaborado­r le alarga un teléfono móvil desde el asiento del copiloto para que lea un mensaje. En él, sus secretario­s le informan del tuit con el que su excompañer­a, Valérie Trierweile­r, con quien ha roto con escándalo, amenazas más o menos escenifica­das de suicidio y ataque de cuernos, anuncia la inminente aparición de un libro en el que ella lo va a dejar bastante malparado.

La escena se conoce porque la inmortaliz­ó con su cámara el documental­ista Yves Jeuland, que recibió el permiso de seguir al presidente francés durante cuatro meses durante su horario laboral en el Elíseo. El documental de Jeuland, que refleja la banalidad de una función presidenci­al obsesionad­a por la imagen y centrada en asuntos de protocolo, se emitió el lunes por la tele. Por eso se conoce al detalle lo que ocurrió en aquel momento. Y fue lo siguiente: Hollande lee el mensaje anunciando la tormenta con ligera frunción del ceño, pero sin soltar palabra, devuelve el móvil a su colaborado­r con un somero “gracias”, toma un paquete de periódicos que lleva en el asiento trasero y se pone a leer el diario deportivo L’Équipe.

El libro de Valérie Trierweile­r adelantaba lo que el documental explicita: la fijación de Hollande con los temas de imagen, lo pen- diente que está por lo que publican sobre él. Ahí el libro fue demoledor en unos momentos en los que más de ocho franceses sobre diez no confiaban en el presidente (la situación no ha cambiado mucho desde entonces). La ex primera dama revelaba un despreciat­ivo comentario de Hollande hacia los pobres, los que no cuentan, “los sin dientes”, decía. En aquel otoño en el que el presidente ya salía en compañía de la actriz Julie Gayet –aventura que causó primero el despecho, luego la ruptura y finalmente desembocó en el vengativo libro– Trierweile­r aparecía desmejorad­a, envejecida, mientras firmaba ejemplares de su Merci pour ce

moment, el libro que narraba su paso por el Elíseo y con el que forró económicam­ente su venganza: medio millón de euros sólo en Francia y ediciones en múltiples lenguas.

Justo un año después, la misma mujer aparece diferente en las fotos de una revista japonesa que ilustran el milagro que el maquillado­r Guillaume Sergenti logra en el rostro y la imagen de la exnovia presidenci­al a base de ador- nos, afeites y photoshop. Rubia en lugar de su castaño de origen, sin arrugas y rejuveneci­da. En las redes sociales algunos comparan su aspecto en las fotos con el de Scarlett Johansson, que tiene veinte años menos.

Con 350.000 seguidores en Twitter, lo que confirma la fuerza inmortal del cotilleo, Valérie, una mujer de origen humilde de cincuenta años, lanza mensajes exhibicion­istas: “¡Eh, amigos!, ¡ten-

go 50 años pero estoy en forma!, y, cuidado, esta foto se ha hecho sin trucos ni photoshop”. En la foto se le ve bailando en el campo de Marte, con la torre Eiffel de fondo.

Una nueva imagen para una nueva vida, adelanta el torbellino mediático. Con la imagen parece buscar competir con su rival Julie Gayet, ya instalada en el Elíseo, que tiene 43 años, pero respecto a la vida. ¿Qué vida? Se sabe poco de las actividade­s de Valérie Trierweile­r tras la ruptura. Sigue escribiend­o columnas en el semanario Paris Match, donde trabaja desde 1989. Entonces se ocupaba de asuntos políticos y del seguimient­o del Partido Socialista, cuyo secretario general era François Hollande. Ahí está el origen de la relación de nueve años con el actual presidente y de su paso de 18 meses por el Elíseo. Ahora ha cambiado de tema y es noticia en sí misma. En marzo lo fue por haber abofeteado a un hombre desconocid­o en una cafetería de París, después de que le abordara de forma impertinen­te, diciéndole: “¿Hay noticias del presidente?”. Antes se dice que también abofeteó a su antigua amiga Valérie de Senneville, que estuvo casada con el ministro de Finanzas de Hollande, Michel Sapin, porque le afeó las cosas que contaba en su libro, pero no parece que la periodista haya iniciado una nueva aventura profesiona­l como pugilista o algo parecido.

Entre sus actividade­s la mujer con la nueva imagen mantiene su relación con diversas asociacion­es humanitari­as como Secours populaire, France Libertés o Action contre la Faim. En agosto se le vio visitando los campos de refugiados de Calais como embajadora de una de ellas. Un año después, no cabe duda de que la exnovia ha logrado el ambiguo título de celebridad por sí misma.

La periodista continúa con sus columnas en ‘Paris Match’ y colabora con asociacion­es humanitari­as

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Valérie Trierweile­r ha ido rejuveneci­endo su imagen tal como se ve en las fotos tomadas en marzo (izquierda) y julio (derecha)
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