Tradiciones revisadas
El centro de Montjuïc reabre tras cuatro años de reformas
El Museu Etnològic de Barcelona reabre sus puertas después de cuatro años de reformas y una polémica respecto al giro hacia lo catalán anunciado por el anterior alcalde, Xavier Trias, fuertemente contestado por antropólogos y la oposición en bloque.
El Museu Etnològic de Barcelona reabre sus puertas este domingo, después de cuatro años de reformas y una polémica respecto al giro hacia lo catalán anunciado por el anterior gobierno municipal de Xavier Trias, fuertemente contestado por antropólogos y la oposición en bloque. Ayer, en la presentación a la prensa de la nueva museografía, la incógnita quedaba despejada: “Nunca hemos dejado que fuera el museo de la barretina, pero si ahora hay más objetos del ámbito catalán y español es porque ese es el encargo que se nos hizo. Lo que veréis es lo que hemos podido hacer hasta ahora. Pero todo eso irá cambiando en futuras exposiciones”, señaló su director, Josep Fornés. Y Berta Sureda, la comisionada de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, le dio todo su apoyo: “Estoy totalmente de acuerdo. El Etnològic no ha de convertirse en el museo de la barretina. Si la cultura catalana no se contextualiza, no entenderemos ni el pasado ni el futuro”.
Josep Fornés, antropólogo, será también la persona encargada de liderar la unificación del Museu de les Cultures del Món y el Etnològic en un único equipamiento con dos sedes, aunque de momento el proyecto aún no ha entrado ni siquiera en fase de estudio. Fornés recordó que la colección Folch de arte etnológico, compuesta por más de 3.000 objetos, fue cedida al Ayuntamiento de Barcelona por un periodo de 20 años a cambio de que fueran exhibidas en condiciones y que con ese fin se inició la remodelación del Museu Etnològic, en la que incluso se diseñaron espacios a medida para acoger los objetos de mayor tamaño. La inversión realizada supera los tres millones de euros. Pero las mejores piezas de la colección (alrededor de 600) están ahora en el nuevo equipamiento de la calle Montcada. “Han salido de aquí sólo temporalmente, las exposiciones no son permanentes”, advirtió.
El visitante que a partir de mañana acuda al Museu Etnològic (la reapertura se celebrará este mismo domingo con un acto festivo dentro y fuera del recinto) se encontrará con unos espacios más diáfanos y luminosos, por cuyas ventanas se cuela la montaña de Montjuïc, y cuyos objetos son valiosos “por lo que significan y por su capacidad de hacernos reflexionar”. Fornés parafrasea al profesor Llorenç Prat para resumir el espíritu que en buena parte alienta su proyecto (antes, dijo, de la llegada de Colau): “El patrimonio etnológico es un patrimonio de pobres y marginados, de las clases subalternas y de los pueblos subalternos”.
El museo, cuyas reservas son visitables, abre con dos exposiciones temporales ( Lo sagrado, lo profano y la fiesta y Tierra de cantareros). En la permanente, ahí donde se centraron todas las críticas, Fornés rompe ideas preconcebidas sobre lo catalán poniendo en pie de igualdad objetos de diferentes procedencias asimilados por nuestra sociedad: un arca de novia del Rif o un juego de té marroquí con una máquina de coser Singer o una cocina económica; una vara de mando gitana con un quipá judío. Y un vestido de miliciana con una bandera. ¿Cuál? La del arco iris, también llamada de la libertad y símbolo del orgullo gay.
Josep Fornés liderará el proyecto de unificación del museo de Montjuïc con el de Cultures del Món