La Vanguardia (1ª edición)

El Barça cae en Sevilla, víctima de la ineficacia

El campeón merece más pero sucumbe por su nefasta salida tras el descanso

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Sevilla

El Barça no salió a flote porque le condenó una nefasta puesta en escena tras el descanso que le costó dos tantos. No fue como el corcho, que siempre emerge, porque no concretó sus claras oportunida­des. Se hundió tras luchar en Sevilla porque la vida es muy difícil sin Messi ni Iniesta, porque no tiene excesivos recursos hasta enero y porque los que aún siguen sanos no se encuentran en su momento más boyante aunque pelean y mueren con las botas puestas. El campeón cayó en Nervión víctima de una en- deblez defensiva que no solventó ni el cacareado regreso de Bravo a la portería y porque estampó cuatro balones en la madera en el colmo de la mala suerte. No puede ser que encadene goles y goles en contra, y en eso no se le puede echar toda la culpa a las bajas. No puede ser que hasta el entreacto compita con vigor y con ímpetu y que vuelva al campo a verlas venir. Por fin Unai Emery pudo cantar victoria ante un Barcelona que cosechó su segunda derrota en el campeonato, aunque mereció al menos empatar por su rabiosa reacción final.

En uno de los fondos del remodelado Sánchez Pizjuán, todo rojo pasión, se puede leer el lema “dicen que nunca se rinde”. El sevillismo se lo aplica a su equipo, pero ayer podía servir para los dos contendien­tes, teniendo en cuenta el parte de bajas que presentaba­n. Unas ausencias que no quitaron ardor al duelo. En un lado del ring, el Barça, con cuatro novedades con respecto a la Champions, con Bravo en la meta, con Sergi Roberto en el carril derecho, Jordi Alba en el izquierdo y Munir intentando funcionar como extremo. En el otro costado del campo, un Sevilla intenso.

Sin sus artistas Messi e Iniesta, el Barça tenía que recurrir al músculo. Archivado por las circunstan- cias el rondo infinito, el conjunto de Luis Enrique intentaba llegar arriba con ambición y de hecho tuvo oportunida­des para abrir el marcador. Ocasiones que llevaron el nombre de Neymar y Suárez. El brasileño lanzó de manera magistral una falta que se estampó en el poste, el balón pegó en el portero Rico, se paseó por la línea de gol sin llegar a entrar, Piqué estuvo lentísimo y no pudo aprovechar el rechace y Suárez apareció en última instancia… para chutar de nuevo a la madera. Minutos después el uruguayo, un punto torpe en los controles, se sacó de la chistera un remate envenenado que fue a parar al

larguero. Opciones falladas que luego pagaría caras.

Claro que sería injusto no relatar que en el otro área el Sevilla también merodeaba el gol, especialme­nte en un contragolp­e que dejó a Gameiro en un mano a mano con Bravo. El chileno reaccionó de manera felina y desvió el chut del delantero. Todo iba a zarpazos, dibujándos­e un partido sin tregua, entretenid­o y emocionant­e. Un encuentro que cambiaría totalmente en la reanudació­n. Porque el Sevilla quiso más en esos instantes. Porque el Sevilla empujó más. Porque el equipo de Emery salió del descanso tirándose a la yugular del Barça, que volvió al campo dormido. Por eso recibió no una bofetada, sino dos. Primero, con el tanto de Krohn-Dehli, fruto de una cabalgada de Gameiro por la derecha. Se fue de Alba como un avión, dejó sin recursos a Mathieu, que no podía tumbarlo porque tenía una amari- lla, y centró hacia su compañero, que remató a placer. Y poco más tarde, con el segundo gol tras un cabezazo de Iborra. Aquí Bravo quizá pudo hacer más, quizá pudo salir de su portería. Aquello olía a debacle. El partido estaba como en Balaídos, y como en Vigo hasta el portero contrario se crecía al rechazar tres chuts seguidos de Neymar.

Pero lo que no pudo desviar Rico fue el lanzamient­o de penalti del brasileño, que insuflaba vida al Barça. Chutó Sandro, rechazó con la mano Tremoulina­s y Gil Manzano, que sí pita estas acciones, decretó pena máxima. Quedaba poco más de un cuarto de hora y el Barcelona se lanzó a por el empate, todo corazón.

Para entonces Alves había entrado como lateral, Sergi Roberto se había adelantado y Mascherano se había retrasado. El equipo había recuperado la intensidad, y Sandro, negado, perdonaba un gol cantado al disparar a la madera con todo a favor. El Barça acabó en el área del Sevilla a la desesperad­a, pero no halló la llave para rescatar algún resto del naufragio. Habrá que salir a flote tras el parón.

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 ?? GONZALO ARROYO MORENO / GETTY ?? Decepción. El uruguayo Luis Suárez pone cara de rabia y el brasileño Neymar se tapa el rostro tras el primer gol del Sevilla, ayer durante el encuentro disputado en el Sánchez Pizjuán
GONZALO ARROYO MORENO / GETTY Decepción. El uruguayo Luis Suárez pone cara de rabia y el brasileño Neymar se tapa el rostro tras el primer gol del Sevilla, ayer durante el encuentro disputado en el Sánchez Pizjuán

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