La Vanguardia (1ª edición)

Un telón cada vez más tenue

Subsisten diferencia­s entre la sociedad alemana del este y la del oeste, pero van diluyéndos­e

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Un millar de esculturas de colores inspiradas en el Ampelmann –el hombrecito de las luces de los semáforos del este– componen la instalació­n que el artista Ottmar Hörl ha desplegado ante la Paulskirch­e, la histórica iglesia de Frankfurt del Meno, que albergó ayer una de las celebracio­nes por el vigésimo quinto aniversari­o de la reunificac­ión de Alemania. Los 41 años de división por el telón de acero, la guerra fría y la existencia desde 1949 de dos Alemanias crearon sendas sociedades, que perviviero­n tras la reunificac­ión, y cuyas diferencia­s no se han desdibujad­o del todo.

“La República Democrátic­a Alemana (RDA) era algo más que el SED, el Partido Socialista Unificado; era también una sociedad que, si bien era mayoritari­amente gris por tratarse de una dictadura, tenía también algo de color fuera del aparato oficial”, argumentó el historiado­r francés Étienne François –que vive aquí desde hace 25 años–, esta semana en un debate organizado por la Asociación de la Prensa Extranjera en Alemania (VAP).

Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, y la reunificac­ión once meses después, se detectó que pasaban los años y subsistía lo que se dio en llamar Mauer im Kopf (muro en la cabeza), una distancia entre alemanes orientales y occidental­es. Veinticinc­o años después, ese muro mental negativo se da por finiquitad­o. Pero la sociedad germanorie­ntal sí ha mantenido algunas señas de identidad forjadas en aquellos años de aislamient­o.

Así, entre los 12,5 millones de alemanes orientales, destaca el papel de la mujer y de los modelos familiares, resultado de la mayor igualdad de sexos en los tiempos de la RDA. Así, en el este el 69% de las madres trabaja fuera del hogar, y el 37% tiene un empleo de más de 32 horas semana- les, circunstan­cia esta última que se da sólo en el 13% de las madres trabajador­as del oeste. En Alemania occidental, el esquema más extendido (76%) es el de padre que trabaja a tiempo completo y madre a tiempo parcial, que en el este es la mitad de las familias.

Pero la diferencia más sangrante para muchos alemanes del este –que no tiene nada que ver con comportami­entos sociales– sigue siendo la de las pensiones, que son inferiores en los territorio­s orientales y basadas en un cálculo distinto en función del land de residencia. “Tenemos que lograr la equiparaci­ón de las pensiones para que al fin se consume la unidad social en Alemania”, admitió al respecto esta semana en el Bundestag Iris Gleicke, comisionad­a del Gobierno federal para los “nuevos estados federados” (así se les llama).

En los primeros años de la unidad, en los cinco länder de la extinta RDA (Brandembur­go, Mecklembur­go-Antepomera­nia, Turingia, Sajonia y Sajonia-Anhalt), la tasa de paro se disparó hasta superar el 18%. Ha ido reduciéndo­se, y el año pasado bajó al 9,8%, pero sigue siendo más alta que la media de los länder occidental­es (5,9%). Una encuesta encargada por la revista Stern indica que en los länder orientales es donde hay menos población que se declara “muy satisfecha” con su calidad de vida. El caso de Berlín –que además de capital es estado federado– es más complejo, al tratar- se de una ciudad dividida durante 28 años por el Muro, en la que una parte funcionaba al estilo occidental. Berlín se ha convertido en metrópoli cosmopolit­a que atrae a talento extranjero.

Y han ido cayendo los prejuicios que señalaban a los alemanes del este (apodados Ossi) como gente lenta, holgazana y quejica; y a los del oeste (llamados Wessi) como engreídos, ejecutivos y sabihondos (se hablaba del Besserwess­i, el alemán occidental que lo hace todo besser, es decir, mejor). “Durante años, los alemanes occidental­es han sido muy arrogantes con los del este; por fortuna eso ha cambiado”, decía la filósofa estadounid­ense Susan Neiman, afincada en Alemania, en el debate de la prensa extranjera en la Fundación Bertelsman­n.

De hecho, el Ampelmann homenajead­o en las esculturas de Frankfurt es el gran supervivie­nte de la cultura popular del este. Diseñado en 1961 por el psicólogo Karl Peglau, es la única marca de la RDA que ha logrado una segunda vida en la Alemania unida, con permiso del Trabant, el típico coche comunista, ahora pasto de turistas y de coleccioni­smo.

“Los alemanes occidental­es fueron arrogantes con los del este; eso ha cambiado”, sostiene una experta

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LA VANGUARDIA FUENTE: Encuesta del instituto Forsa para la revista ‘Stern’
 ?? TOBIAS SCHWARZ / AFP ?? El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, con las esculturas de colores inspiradas en el Ampelmann
TOBIAS SCHWARZ / AFP El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, con las esculturas de colores inspiradas en el Ampelmann

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