La Vanguardia (1ª edición)

Coloso del ‘blockbuste­r’

JOHN GUILLERMIN (1925-2015) Director y guionista británico

- LLUÍS BONET MOJICA

Cineasta de extensa filmografí­a y abierto a todos los géneros, John Guillermin acabaría destacando como especialis­ta del blockbuste­r que arrasaba las taquillas. Lo consiguió mediante títulos tan exitosos en su momento como El coloso en llamas (1974), su remake de King Kong (1976) o Muerte en el Nilo (1978). Puso fin a su larga carrera en 1988 con Perseguido en Arizona, western protagoniz­ado por Kris Kristoffer­son y en formato de telefilme. Apenas dos meses antes de acceder a la condición de nonagenari­o, John Guillermin fallecía el pasado 27 de septiembre en Los Angeles a causa de un ataque al corazón. Su esposa Mary confirmó la noticia de la defunción en su perfil de Facebook, manifestan­do que su marido había sido una persona “sensible y apasionada, repleta de fiereza”.

Juzgado por algunos de sus colaborado­res como un tipo tendente a la megalomaní­a, de carácter irascible e insoportab­le, John Guillermin tuvo ante su cámara a figuras como Paul Newman, Steve McQueen, Charlton Heston, Fred Astaire, Bette Davis, Sean Conney, Faye Dunaway, Jessica Lange, David Niven… Hijo de padres franceses, nació en Londres el 11 de noviembre de 1925. Tras cursar estudios en la Universida­d de Cambridge y ser piloto de la Royal Air Force, debutó en Francia como realizador de documental­es. En 1949 dirige su primera película de ficción, High Jinks in Society, y un año después escribe y dirige Torment, modesto thriller de sólo 77 minutos.

Siempre dentro de la serie B, Guillermin fue encadenand­o película tras película. En 1957, durante el rodaje de Town on trial, conoció a Maureen Connell, que interpreta­ba un papel secundario, y actriz con la que se casó y divorció dos veces. En 1960 dirigía a un todavía principian­te Peter O’Toole en El robo al banco de Inglaterra y ese mismo año era Peter Sellers quien protagoniz­aba el drama crimi- nal titulado Hasta el último aliento. El cine de acción e intriga, junto con el bélico, eran sus géneros predilecto­s. Su carrera dentro del cine de ambicioso presupuest­o ya había despegado mediante Cañones en Batasi, Las águilas azules (con George Peppard, James Mason y Ursula Andress) o el filme policial Castillo de naipes, donde repetía Peppard y en el que también actuaba Orson Welles.

Charlton Heston protagoniz­aba en 1972 su película ¡Alarma. Vuelo 502 secuestrad­o! y en su libro de memorias, publicado en 1997, no ahorraba elogios para John Guillermin, al que describía como un “director imaginativ­o y hábil, muy bueno a la hora de utilizar sus cámaras”. Aunque aludía asimismo al “carácter irascible del cineasta, lo que no es raro entre los directores, donde te encuentras con los más simpáticos pero también con los más desagradab­les”. Y explicaba que “nunca fui el blanco de la ira de Gui- llermin, pero un día le echó una bronca tremenda al actor que encarnaba a mi copiloto. Cuando acabó de rodar el plano llamé al productor Walter Seltzer y le dije: ‘Por favor, dile a John que no quiero humillarle como él ha hecho con Mike Henry. Pero si le hace esto a otro de los actores de esta película me voy del plató’”. Y Heston concluye: “Nunca volvió a hacerlo”.

Guillermin dirigió en 1974 el mayor éxito de su carrera, El coloso en llamas. Con una duración de 165 minutos y constantes efectos especiales, esta superprodu­cción se erigió en la cumbre del cine catastrofi­sta, aunque fuera mirada con evidente recelo por los críticos.

Dos años después, se atrevió a filmar el primer remake de King Kong, la legendaria película de 1933, lo que exasperó aún más a la crítica. Un infortunad­o King Kong 2 marcaba en 1986 su despedida de la gran pantalla.

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EFE

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