Es sólo música, pero le gusta
En Crosseyed heart, el primer álbum que Keith Richards publica en solitario en veinte años, el cofundador de los Rolling Stones elabora y da forma a un muestrario de composiciones en donde las materias primas son las mismas que ha empleado a lo largo de su intensa vida artística. No hay sorpresa ni novedad en cuanto a ingredientes, y eso en manos de uno de los padres del rock es magnífico preámbulo: country & western de raíz profunda, blues a raudales, rock’n’roll en su amanecer y algún picotazo de reggae.
En un disco aparentemente sin grandes metas ni composiciones estrepitosas, los detalles devienen fundamentales. Como el de rodearse de los músicos adecuados. Richards, en su singladura fuera del redil stoniano, ha conta- do desde los años ochenta con un reducido número de músicos, comenzando por el multiinstrumentista Steve Jordan, y continuando con el guitarrista Waddy Wachtel. Junto a ellos, Richards también disfruta de las espléndidas colaboraciones de Norah Jones (que lo borda en su coescrita Illusion), dos de los Neville Brothers o el ya fallecido pero prolongado amigo Bobby Keys, que insufla aire a su saxo en Amnesia y Blues in the morning. El stone, a sus 71 años, está magistral en su sentido literal, desarrollando y disfrutando las esencias de los diferentes géneros, desde el cover del reggae Love overdue firmado por el glorioso Gregory Isaacs hasta el vigoroso Heartstopper pasando por la citada Amnesia, donde relata su famosa caída desde lo alto de una palmera en 2006.