La Vanguardia (1ª edición)

Palo en Sevilla

Mientras Lewandowsk­i y Agüero marcan cinco goles en un santiamén, el Barça se pelea con los postes

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

La pelota se paseó por encima de la línea de gol, la recorrió lentamente, sin salirse pero sin entrar, como si fuera una turista más en Sevilla y los postes de la portería de Sergio Rico fueran la Giralda, el campanario de la catedral y la torre de Oro. Literalmen­te. A cámara lenta. Botando. Como si estuviese perdida. Esperando que alguien la tocase después de que la falta de Neymar impactase en la madera, en el cogote de Rico y de nuevo en el palo. Hubiese bastado un soplido para que el balón cruzase la línea y se convirties­e en gol. Pero ni ella quiso entrar ni Piqué, al que le pasó por delante, la empujó. Pareció que quiso protegerla para no arrebatarl­e el gol a su compañero, que cumplía 100 partidos con la camiseta blaugrana. Mientras Piqué se lo miraba, Coke se lanzó para obstaculiz­ar al defensa del Barça con mucho cuidado de no rozar el esférico e introducir­lo en su portería. Y la pelota se fue para no volver. Porque cuando no quiere entrar, hay que ayudarla. La jugada, cómica, es la mejor definición de un Barcelona peleado con el gol, que sólo marcó de penalti, se llevó cuatro palos de Sevilla y ningún punto.

El Barcelona, sin un Leo Messi que la temporada pasada celebró 58 dianas, anda necesitado de gol y no se puede permitir desperdici­ar esas ocasiones tan claras para adelantars­e en el marcador en un campo tan complicado como el Sánchez Pizjuán. Cuando la oportunida­d se presenta, hay que lanzarse con todo. Sobre todo si se mide 1,92 metros y se está en primera fila, a bocajarro. Ahí nadie se te debería poder avanzar. Pero Piqué no hizo nada. O reaccionó tarde. O se confió demasiado. “Pensé que el balón entraba solo y que yo estaba en fuera de juego. No quise tocar la pelota por si acaso”, aclaró el central, incrédulo de que el gol se escapase.

Esa jugada pudo haber cambiado el signo del encuentro. Entonces quizás no lo parecía porque los de Luis Enrique dominaban sin problemas, pero después el equipo se acordó mucho de ese lance, que de paso habría roto una estadístic­a que demuestra que al Barcelona se le están atascando los partidos, ya que de los 12 goles que ha marcado en el campeonato sólo uno, el primero de Luis Suárez al Las Palmas (minuto 25), ha llegado en la primera mitad.

Marca poco el Barça –siete tantos menos que el curso pasado a estas alturas– y marca tarde. Esa falta de puntería se volvió a ver en Sevilla, donde se volcó contra la portería rival, chutó en 28 ocasiones, diez de ellas bien dirigidas, pero con muy poco acierto. La semana pasada Robert Lewandowsk­i hizo cinco goles en apenas diez minutos al Wolfsburgo. Ayer, a la misma hora que Neymar (2 pos- tes), Luis Suárez y Sandro se estrellaba­n con la madera, el Kun Agüero repetía la gesta y se apuntaba un repóquer en 20 minutos para remontar ante el Newcastle. Mien- tras el Barcelona, al que le año pasado le entraba todo, ataca y ataca y no encuentra el camino, casi siempre pendiente de la épica y el corazón. Sin Leo, Suárez dio los dos triunfos contra el Las Palmas y el Bayer Leverkusen. Ayer fue Neymar el que hizo un partidazo, pero Sergio Rico se lo paró todo. Se ha deshecho el hechizo.

Sólo así se entiende que un equipo que hizo una primera parte muy buena y encerró al conjunto de Emery en la última media hora no se llevase nada positivo a casa. Pero el fútbol actual no permite un cuarto de hora malo. Una de las reglas universale­s siempre fue que quien perdona lo acaba pagando. Este deporte es un juego de efectivida­d y si el argentino del City y el polaco del Bayern son capaces de marcar cinco goles en un abrir y cerrar de ojos, el Barcelona haría bien de no despistars­e en defensa. En seis minutos fatídicos KrohnDehli e Iborra sí que aprovechar­on que estaban solos ante Bravo. Como hubieran hecho Lewandowsk­i y Agüero. O Messi.

 ?? MIGUEL ANGEL MORENATTI / AP ?? Luis Suárez, héroe contra el Bayer Leverkusen y el Las Palmas, se lamenta en el suelo por una ocasión fallada en el Sánchez Pizjuán
MIGUEL ANGEL MORENATTI / AP Luis Suárez, héroe contra el Bayer Leverkusen y el Las Palmas, se lamenta en el suelo por una ocasión fallada en el Sánchez Pizjuán

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