La lógica de los entrenadores
Los entrenadores tienen su lógica particular. Muy particular. Que se lo digan al Kun Agüero... Jugando en casa ante un recién ascendido al que la ley concursal no ha permitido prácticamente fichar, Sergio González quiso ayer recuperar en su alineación la prudencia que no había tenido en la visita al Depor. Pero no sé si su equipo puede permitirse el lujo de dejar en el banquillo a futbolistas como Burgui o Gerard Moreno, sobre todo si ese sacrificio no reporta la deseable seguridad en otras zonas del campo.
El tiro le salió al técnico por la culata. Y conste que lo había escrito antes de que el último regalo le quitara un punto a 10 segundos del final. Porque la puesta en escena del partido fue lamentable, al sumarse dos graves problemas: el Espanyol no recuperaba un balón en el centro del campo, algo básico para su subsistencia, y cuando lo tenía no daba un pase en condiciones.
Tocaba rectificar en la segunda parte. No tenía mucho sentido mantener el sistema, ni por el marcador ni por el resultado que tanta prudencia había dado en el juego. Pero el único cambio –de nombre, no de dibujo– no fue más allá de las condiciones más ofensivas de Burgui respecto a Víctor Álvarez, de un poco más de agresividad y de la lógica disminución de la presión del rival. Luego se lesionaron Caicedo y Gerard Moreno, pero si ni perdiendo en casa con el Sporting juegan juntos es que no podrán hacerlo jamás. Lástima, porque ya que el Espanyol no va a ser campeón ni va a bajar (espero), al menos estaría bien que su gente se divirtiera un poco.