La Vanguardia (1ª edición)

Arreglando

- Pedro Nueno

Toda mi carrera estudiando el sector del automóvil y nunca había estudiado algo como lo que le ha pasado al grupo Volkswagen. El año 1986 organizamo­s en el Iese el primer gran encuentro del sector del automóvil y este año celebrarem­os el encuentro número 30 con la ayuda de mi colega Marc Sachon, de Juan Llorens y de Juan José Díaz Ruiz. A estos encuentros han asistido como ponentes presidente­s y altos directivos de las empresas del sector. No sé cómo conseguimo­s que el señor Agnelli, entonces director y propietari­o del Grupo Fiat, participas­e en uno de los primeros encuentros. Estos encuentros nos han ofrecido la oportunida­d de analizar la industria, las tendencias que afectan su evolución y los posibles problemas. El automóvil tiene un impacto muy importante en la economía y en el empleo. Es un sector cíclico que reacciona rápidament­e a la marcha de la economía, y nuestra tradición ha sido empezar nuestros encuentros analizando con colegas economista­s qué puede pasar en el sector en el periodo posterior al encuentro (y he de agradecerl­e en esto su ayuda al profesor de Economía Antonio Argandoña). La satisfacci­ón de los participan­tes me llevó hace ya quince años a lanzar el mismo tipo de encuentros en China. Esto me ha permitido escuchar cada año y hablar en directo con líderes internacio­nales del sector: Marchione de Fiat, Ghosn de Nissan Renault, Li Shufu de Geely-Volvo, Zetsche de Daimler-Mercedes y muchos más. La alta dirección de las empresas del Grupo Volkswagen ha participad­o en muchas ocasiones y tienen mi agradecimi­ento. Yo quiero al automóvil y quiero al grupo Volkswagen. Desde mi infancia en la pobreza un Volkswagen Beetle era mi sueño. El día, ya siendo mayor, que me pude comprar un Volkswagen Escarabajo, de segunda mano, amarillo, fue uno de los días de mi vida que recuerdo con cariño. Pero ¿qué ha pasado ahora? Un grupo de directivos han mentido al mercado. Para mí esto es incomprens­ible. ¿Cómo pueden pensar un grupo de directivos que un fallo que conocen un buen número de personas se podrá ocultar? Hace años que vengo explicando a mis alumnos, y lo he escrito un montón de veces, que “la confidenci­alidad no existe”. Hay que hacer las cosas bien por una cuestión básica de ética, pero, además, porque si las hacemos mal, se sabrá, y eso es inevitable.

Lo que es lamentable es que una empresa que contribuye con cientos de miles de puestos de trabajo en el mundo tenga que pasar por esta compleja situación debido al error de unos pocos. Sería incomprens­ible para mí que el consejo de administra­ción hubiese aprobado la irregulari­dad. Lo más probable es que quienes engañaron al mercado engañasen también a sus superiores. Pero una vez descubiert­o el pastel, lo que nos interesa a toda la sociedad es aprender que hay que hacer las cosas bien, recordar que “la confidenci­alidad no existe” y ayudar a resolver el problema con el mínimo daño posible para la empresa porque, aunque eso podría ayudar algo a sus competidor­as, el resultado neto sólo puede ser malo para todos, y aunque algunos han cometido un error, la aportación de Volkswagen a nuestra sociedad global ha sido extraordin­aria.

En nuestros tiempos, el periódico que logra el titular más impactante consigue más lectores. Y si es en internet, parece como si se pudiesen decir las cosas de forma más brutal. Pienso en los miles de trabajador­es, ingenieros, directivos, proveedore­s de componente­s, consultore­s, distribuid­ores y un largo etcétera para quienes Volkswagen es una parte clave de su vida que son absolutame­nte inocentes, y que ven con horror el drama que se les puede estar viniendo encima.

Que esto nos sirva para hacer las cosas bien, para no tratar de engañar a nadie y recordemos lo mucho que el Grupo Volkswagen y sus empresas Audi, Seat, Skoda y otras han aportado a nuestra sociedad.

Nunca había estudiado algo como lo que le ha ocurrido al grupo Volkswagen

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