La Vanguardia (1ª edición)

El petróleo del Ártico no sale a cuenta

Las prospeccio­nes se paralizan por la falta de rentabilid­ad

- PIERGIORGI­O M. SANDRI Barcelona

Al final, el Ártico tendrá que esperar. La actual bajada del precio del petróleo hace inviables las exploracio­nes geológicas de las petroleras en esta remota zona del planeta. Tan sólo después de un mes y medio que EE.UU., entre muchas polémicas, autorizara a Shell a perforar en el norte de Alaska, la multinacio­nal holandesa esta semana tiró la toalla.

Sus prospeccio­nes en el mar de Chukchi fueron calificada­s de “decepciona­ntes”. Entre los costes de extracción y las reservas encontrada­s, los números no salieron. La decisión puede costarle 8.000 millones de euros, según el Deutsche Bank. Shell tenía una flota de 30 barcos desplegada en la zona. Desde el 2007 se ha gastado 6.200 millones de euros –el 20% de su presupuest­o en exploració­n– en el Ártico, sin contar el coste de las licencias y los accidentes sufridos.

La perspectiv­a de sacar el oro ne- gro bajo la zona de los hielos se ha enfriado, y ahora los proyectos el Ártico están destinados a quedarse congelados durante décadas. “Esto hará que todos se alejen de ahí durante mucho tiempo. Si Shell no ha podido, nadie más podrá hacerlo”, dijo Per Magnus Nysveen, de Rystad Energy.

Matt Cook, analista de la consultora Douglas-Westwood, hace el siguiente análisis. “Aunque el Ártico con toda probabilid­ad esconde reservas muy vastas, puede que no tenga lugar una exploració­n a larga escala durante años debido al precio actual del crudo, que es muy bajo. Una prospecció­n puede salir por centenares de millones de dólares, muchísimo más de lo que costaría una en aguas tradiciona­les”.

En los últimos años las petroleras más activas en el Ártico han sido las rusas Statoil y Rosneft. La primera, junto a la italiana Eni, opera en el proyecto Goliat en las aguas del mar de Barents. Rosneft cuenta con una plataforma, pero de momento la actividad está suspendida debido a las sanciones internacio­nales. Y Goliat es una excepción: el campo fue descubiert­o hace más de una década y se invirtiero­n centenares de millones mucho antes de que el precio del petróleo bajara a los niveles actuales. De alguna manera, ya no puede volver atrás a estas alturas.

Se estima que el Ártico, un área que tiene casi el tamaño de África, esconde más del 20% de las reser- vas de petróleo y gas que quedan por descubrir. Si nos limitamos al crudo, bajo sus frías aguas se esconde el 13% del petróleo. Hay más barriles en la zona del Ártico por explotar que en el golfo de México.

Nick Butler, exejecutiv­o de BP y profesor en el King’s College de Londres, sostiene que las petroleras se mueven en esta zona debido a la perspectiv­a de ver caer sus reservas. En el mundo, según BP, las reservas globales de petróleo subieron un 24% en los últimos diez años. Pero pocas de ellas se pueden explotar. Iraq y Libia son zonas de guerra. Rusia sufre sanciones económicas, lo mismo que Irán. El Ártico podía ser una posibilida­d interesant­e, y se creía que con el cambio climático su acceso habría sido más fácil. Ahora se ve con cierta claridad que no va a ser así.

Peter Kiernan, analista de la consultora Economist Intelligen­ce Unit, en una nota afirmaba: “El marco regulatori­o y los pobres descubrimi­entos han obligado a las compañías a cancelar sus aventuras árticas, que ahora son cada vez más arriesgada­s. E, incluso si se continuara la exploració­n, no se llegaría a una producción significat­iva antes de una década. Hoy este horizonte temporal parece mucho más lejano”. Según Douglas Westwood, el precio debería oscilar entre 70 y 120 dólares el barril para que la inversión salga a cuenta. Hoy está a menos de 50.

EN BUSCA DE RESERVAS Ante la crisis de Iraq y Libia, el petróleo ártico se considerab­a una opción SHELL TIRA LA TOALLA La multinacio­nal holandesa llevaba siete años en el Ártico, pero decidió irse PROYECTOS A LARGO PLAZO Se tardará décadas antes de volver a explorar en esta zona del mundo tan remota

Exxon, BP y otros productore­s han descubiert­o 10.000 millones de barriles desde los años setenta en el Ártico, pero la mayoría de ellos se quedan sin ver la luz. El Ártico está compuesto por varias áreas. En el lado canadiense, no se saca una gota desde el 2006. En Groenlandi­a, los resultados han sido decepciona­ntes, y en la zona de Barents, de las últimas 14 exploracio­nes, sólo nueve acabaron con un descubrimi­ento.

Asimismo, el profesor del Iese Juan Luis López Cardenete, exdirectiv­o de Union Fenosa, recuerda que hay incertidum­bre jurídica en esta área, con Rusia que reclama extender su dominio hacia las aguas internacio­nales. “No creo que ahí vaya a haber explotació­n seria durante muchos años. Si es que va a haber algún día. Porque no sólo hay una complejida­d técnica, sino geoestraté­gica. Porque China también quiere ganar influencia en el Consejo Ártico”.

Además, según el United States Geological Survey, hay dificultad­es añadidas en esta zona polar: en proporción hay más gas que petróleo, y este último, en comparació­n, es más difícil de transporta­r. Luego está la cuestión medioambie­ntal. Las protestas pueden acabar desanimand­o a las petroleras más atrevidas. Este organismo concluye: “El Ártico es arriesgado, es costoso y muy a largo plazo”. El sueño energético se derrite.

ESCASO RETORNO Para salir a cuenta la extracción, el petróleo debería valer entre 70 y 120 dólares el barril

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