Compras con futuro
Las mejores expectativas impulsan la venta de electrodomésticos y ropa
Un informe del Banco de España señala que las ventas de bienes duraderos como coches, electrodomésticos, muebles, equipos electrónicos e informáticos, ropa y calzado, que durante la crisis acusaron con fuerza las dificultades de los consumidores, comienzan por fin a despegar.
Las ventas de coches, electrodomésticos, muebles, equipos electrónicos e informáticos, ropa y calzado, que durante la crisis acusaron con fuerza las dificultades de los consumidores, comienzan a despegar. La última publicación mensual del Banco de España habla de un “crecimiento vigoroso” desde el 2014 y espera que el consumo de bienes duraderos repunte aún más a corto plazo, porque “persiste una demanda latente” y mejora la situación en general de los bolsillos de los ciudadanos, gracias al aumento del empleo y medidas como la reforma fiscal. Y, de momento, sostienen los analistas del supervisor, sólo se ha satisfecho parcialmente la “demanda embalsada a lo largo de la crisis”, cuando las decisiones de compra se fueron posponiendo a la espera también de mejores tiempos.
Entre principios del 2008 y el primer trimestre del 2013, el consumo de los hogares acumuló una caída conjunta del 12,6%. Desde entonces, asegura el análisis del Banco de España, se ha producido un repunte del 4,8%, lo que da idea de que la mejora del pulso del gasto de las familias no han compensado ni de lejos lo perdido en los peores años de la recesión. Cabe recordar que el consumo de las familias es un factor clave en la evolución de la actividad económica española ya que representa alrededor del 58% del PIB. El análisis sobre el consumo de distintos bienes y servicios, basado en la información de contabilidad nacional y en la encuesta de presupuestos familiares, habla de un ajuste “asimétrico”, que se produjo en los hogares españoles en los años de mayor dificultad económica.
Para Manuel A. Hidalgo, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, “el aumento del consumo desde hace ya algunos trimestres, y a tasas relativamente elevadas, podría explicarse en parte por la reactivación del consumo de bienes duraderos, después de unos años en los que las familias españolas retrasaban la compra de este tipo de bienes”.
Aunque el gasto en productos y servicios no esenciales como las bebidas alcohólicas y el tabaco, las vacaciones, el ocio y la cultura reflejan con gran claridad las variaciones cíclicas, en el caso de la reciente crisis económica fue aún más patente para los bienes considerados duraderos: según el análisis del Banco de España, por ejemplo, la compra de electrodomésticos y textiles para el hogar acumuló entre el 2008 y el 2013 caídas de nada menos que un 21,8% y un 30,8%, respectivamente. En cuanto a la adquisición de los vehículos, en ese lustro se registró un incremento medio anual del 1,6%. Los autores del informe recuerdan que, ante el recorte de ingresos o simplemente la incertidumbre económica, muchas familias restringieron sus compras sobre este tipo de productos, alargando la vida de muchos de ellos (coches, teléfonos móviles, televisores) o sacando más partido del stock acumulado, como la ropa y el calzado o el menaje para el hogar.
“El trabajo del Banco de España –explica el profesor Hidalgo– muestra que, si bien el deseo de contar con nuevos bienes duraderos ya retornaba a niveles más positivos bien entrado el año 2012, no fue hasta el 2013 cuando realmente las familias decidieron dar el paso e iniciar de nuevo una senda de gasto positivo”. Para desentrañar la evolución del consumo y hacer proyecciones, los analistas han medido tanto la evolución del deseo de consumir de las familias como la de los bienes con los que al final cuentan en su hogar. “La duración de la crisis y, por lo tanto, la postergación continua de las compras, no hicieron más que elevar la demanda embalsada, lo que unido a la mejora de las expectativas, especialmente a partir del 2014, ha acabado dando fuelle a este incremento finalmente observado”, concluye.
El consumo familiar cayó un 12,6% entre inicios del 2008 y del 2013 y ha subido un 4,8% desde entonces