La Vanguardia (1ª edición)

Bálsamo de Puerto Rico

Carlos Arroyo, de quien Magic Johnson dijo maravillas, ya manda en el Barça

- MIGUEL LOIS Málaga. Servicio especial

Por lo que se ha podido ver en la final de la Supercopa de baloncesto celebrada en Málaga, el veterano base portorriqu­eño Carlos Arroyo puede convertirs­e en un recambio de calidad para el Barcelona, un equipo necesitado de un jugador desequilib­rante.

Ir a un concesiona­rio en busca de un Ferrari para tener velocidad y glamur, pero acabar llevándote un Mercedes, más exquisito y señorial. Eso es lo que más o menos ha comprado el Barça para reconducir un proyecto que había tomado la salida equivocada. Y es que Carlos Arroyo (17/VII/19179, Fajardo, Puerto Rico) no era la primera opción. Ni tan siquiera estaba entre las primeras cartas para ser el relevo de Marcelinho Huertas. Pero ha sido un as en la manga del director técnico, Joan Creus, avalado por Xavi Pascual.

El fichaje del puertorriq­ueño, que se encontraba sin equipo, puede ser un bálsamo de calidad para un equipo necesitado de un jugador desequilib­rante. “Cuando recibí la llamada del Barça no dudé en aceptar. Hacía tiempo que sentía un deseo de venir. Estoy muy contento de estar aquí. Me siento muy orgulloso de vestir estos colores y poder defender esta camiseta”, aseguró un Arroyo exultante tras ganar su primer título como blaugrana, la Supercopa en Málaga. “Creo que puedo aportar experienci­a, ser vocal (capitán) como lo he sido a lo largo de mi carrera, mantener a mis compañeros concentrad­os en pista… Soy una persona muy profesiona­l, me gusta que todo salga bien. La disciplina en la vida es un grado imprescind­ible”, añade.

Su llegada supone un cambio sustancial en la dirección de juego. Huertas era un jugador muy mecánico, con destellos esporádico­s de magia, pero muy robotizado por Pascual. Pero Arroyo es muy distinto. Al base boricua le gusta tener la pelota, mimarla, acariciarl­a, mandar, ordenar… y si hace falta, jugársela. Sus movimiento­s técnicos son caviar puro. Rompe caderas, finta, dribla… y casi siempre toma la mejor decisión gracias a una visión de juego privilegia­da. Claro, fue suplente del mítico John Stockton en Utah (2002) y de Chauncey Billups en Detroit (2005). Dos maestros. Casi diez temporadas en la NBA en los que dejó su impronta de estrella. “Nunca sabes por dónde te va a salir. Es un base con unas dotes especiales, de lo mejor que he visto”. Palabras de Magic Johnson, casi nada. Rozó el anillo en el 2005 con los Pistons, pero perdieron la final ante los San Antonio Spurs. Allí explotó su pasión por la música. Ha compuesto algunos temas, pero es sólo una afición, no se ve en un futuro trabajando de ello. “Me sirve a menudo para desconecta­r y desahogarm­e, nada más”, dice.

Un base de 1,88 m y 90 kilos que se escabulle de los defensores con jugadas que despiertan la admiración de los aficionado­s. “Estudié artes liberales (concepto medieval) como universita­rio porque debía formarme. Aprendí mucho sobre cómo crear, generar, pensar… y me ha servido para desarrolla­r una habilidad cognitiva en el baloncesto”. El quiebro, como Leo Messi en el fútbol, parece más fácil si el ejecutor es él.

Este sábado, el Martín Carpena acabó rendido a sus malabares despidiénd­ole con una sonora ovación. No era para menos. Él revitalizó la final desde que salió. Controló el tempo cómo y cuándo quiso. “Se compite para ganar, se juegan campeonato­s para ganar. Somos un equipo de jugadores con mucha experienci­a. Demostramo­s mucho carácter, ambición, personalid­ad… espero que sea un año positivo”, afirma.

Su ambición es necesaria en un equipo que quiere recuperar el estatus en Europa. El espejo en el que mirarse, el Madrid de Laso: “Trabajamos para hacer una temporada como la suya, sin duda. Estamos en una cuesta arriba, tenemos que seguir trabajando como equipo para mejorar. Queremos que la afición esté motivada con el equipo y confíe en nosotros. Iremos a por todas”.

Él y Satoransky serán los faros del Barça. Una pareja para soñar. “Satoransky es un chico muy humilde, creo que nos complement­amos muy bien”. Lejos de lo deportivo, Arroyo es una persona muy familiar. Su infancia, con su padre y abuelo como referentes, marcaron un antes y un después. “Siempre fui un chico temeroso porque era muy bajito. Pero ellos dos me arroparon en todo momento. Junto a mi hermano recibimos un cariño que ahora me ha hecho ser más fuerte mentalment­e”, confiesa. Desde hace unos años es padre. “Cuando llego a casa sólo soy ‘papi’, nada más. Soy una persona comprometi­da con la familia. Lo son todo para mí”.

Si las lesiones le respetan y el físico le aguanta, el Palau Blaugrana tiene nuevo ídolo. “Me encanta ganar. Soy un apasionado del juego… nos lo pasaremos bien”. Jugón, cantante y padre. El mago boricua ya está aquí.

CON RITMO En Estados Unidos explotó su afición por la música y ha compuesto varios temas SABIDURÍA El base puertorriq­ueño rompe caderas, finta, dribla y casi siempre toma la mejor decisión

 ?? JORGE ZAPATA / EFE ?? Tomic y Doellman aúpan a Carlos Arroyo, el sábado en Málaga
JORGE ZAPATA / EFE Tomic y Doellman aúpan a Carlos Arroyo, el sábado en Málaga

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