La entrada de Rusia en la guerra siria enfría el conflicto ucraniano
Kíev también da un paso hacia la paz y anuncia la retirada del armamento pesado
La entrada de Rusia en la guerra de Siria ha coincidido con el mes más tranquilo del conflicto en el este de Ucrania. Los intereses de Moscú y de los países occidentales en Oriente Medio parecen haber rebajado la tensión en esta guerra europea, y aunque todavía hay obstáculos, se han dado algunos pasos para que el camino iniciado con los acuerdos de Minsk (Bielorrusia) ponga fin a los combates. Ucrania anunció ayer que comenzará a retirar hoy sus tanques de la línea de separación con las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Luhansk (RPL), además del armamento pesado de menos de cien milímetros, como ambos bandos acordaron la semana pasada.
El acuerdo para la retirada del armamento pesado a 15 kilómetros de la línea de separación, alcanzado el 29 de septiembre por el Grupo de Contacto (Ucrania, separatistas prorrusos, Rusia y OSCE), se entendió como un paso en la buena dirección. El representante de la RPD, Denís Pushilin, aseguró que esto “podría significar el fin de la guerra”.
En un comunicado enviado por correo electrónico, el portavoz mi- litar ucraniano, el coronel Andri Lisenko, confirmó que el ejército de Kíev ha comenzado a retirar “no sólo los cañones menores de 100 milímetros, sino también los tanques y las lanzaderas de morteros”. El proceso, que la misión de observadores de la OSCE revisará, tiene que durar 15 días para los tanques y 24 días para morteros y artillería.
Después de casi un año de falso alto el fuego, con dos acuerdos de paz en Minsk, la tregua se comenzó a respetar en el este de Ucrania de forma seria con el comienzo del año escolar, el 1 de septiembre. El silencio de las armas en una guerra que ha causado casi 8.000 muertos coincidió en el tiempo con la preparación rusa para entrar en la guerra de Siria.
Para impulsar el proceso de paz se reunieron el viernes en París los cuatro líderes que apadrinaron el acuerdo de Minsk en febrero pasado: los presidentes de Rusia, Ucrania y Francia, más la canciller alemana. Tras el encuentro, insistieron en que no se trata de cambiar unos cromos por otros.
Sin embargo, Moscú parece dispuesto a congelar el conflicto de Ucrania. Pushilin, próximo al Kremlin, ha abogado recientemente por mantener los acuerdos de Minsk, incluso “continuar con ellos en en 2016”.
Aún quedarán barreras políticas. Una de las más importantes es la reforma de la Constitución ucraniana, para descentralizar el poder, aún pendiente de aprobación final en el Parlamento. Los rebeldes no están de acuerdo con ella, y alegan que el Gobierno de Kíev no se la consultó, como quedó establecido en Minsk.
La otra cuestión de desacuerdo son las elecciones locales. La RPD las ha convocado el día 18 y la RPL el 1 de noviembre, cuando el resto del país las celebrará el 25 de este mes. François Hollande y Angela Merkel pidieron que los rebeldes cancelen la convocatoria, y el presidente ruso, Vladímir Putin, prometió trasladar esta cuestión a los separatistas prorrusos.
Tras un año de falso alto el fuego, la tregua empezó a respetarse hace un mes, cuando Moscú miró hacia Siria