De la confluencia al caos
La confrontación de las izquierdas tras las elecciones catalanas obstruye la confluencia entre IU y Podemos para las generales
La izquierda española ronda el caos y corteja al suicidio tras la fatídica semana iniciada el 27-S con el naufragio de Podemos en la tormenta catalana y cerrada el sábado con la ratificación de unas hojas de ruta que en teoría buscan la confluencia, pero de hecho comienzan como el rosario de la aurora. Con las bases que los de Pablo Iglesias y Cayo Lara acaban de sentar, la única fórmula factible de convergencia de la izquierda en las generales pasa por una inmolación de IU –la renuncia temporal a sus siglas y su integración en Ahora en Común–, para ocupar unos huecos aquí y allá en listas de “unidad” con la marca Podemos.
Con la moral por los suelos a raíz del batacazo de Sí que es Pot, sólo la reedición de esa coalición en Catalunya –paradójicamente– y los pactos pergeñados con las fuerzas “del cambio” en Galicia y Valencia parecen confirmarse. Fuentes de Podemos y de IU apuntan asimismo posibles alianzas provinciales en Aragón y Andalucía. Todo ello, eso sí, con el nombre de Podemos encabezando las papeletas para remarcar su rol de “eje articulador” de dicho cambio, según lo definieron Iglesias y su número dos, Íñigo Errejón, en su carta de arenga y catarsis tras el “traspié” catalán, anteayer.
Una confluencia estatal o con suficiente masa crítica para capear los in- convenientes que la ley d’Hont y la estructura de circunscripciones tienen para los partidos medianos parece no obstante lejana. Y más después de esta pasada semana horribilis. Para empezar, el mismo domingo electoral los fundadores madrileños de Ahora en Común –la plataforma lanzada por miembros de IU, Equo y Podemos a modo de opa hos- til frente a la propuesta hegemónica liderada por Iglesias– abandonaron la organización al estimar que los partidos integrantes la habían convertido en “arena de disputas internas”. A los tres días, el líder de los ecologistas de Equo, Juan López de Uralde, se desmarcó también de la plataforma.
El mismo miércoles, el exjuez Baltasar Garzón, el líder de la corriente de IU Izquierda Abierta Gaspar Llamazares y la socialista Beatriz Talegón, respaldados por personalidades tan diversas como el exdirector de la Unesco Federico Mayor Zaragoza o el exfiscal Carlos Jiménez Villarejo, lanzaron el enésimo llamamiento público a la confluencia de la izquierda. El exmagistrado hizo la invitación entre implícitas críticas a Podemos, a cuyos jefes acusó de ofrecer un “contrato de adhesión” sin opción al debate: “O te adhieres o te jodes”, describió.
Pese a las deserciones en Ahora en Común, el joven dirigente de IU Alberto Garzón reafirmó su plan de postularse como candidato a la Moncloa a través de esa plataforma. Y, el sábado, la dirección de Izquierda Unida aprobó la apuesta con un 89,4% de los votos. En su discurso, Cayo Lara cargó contra Podemos sin citarlo por la “falta de pluralidad” de la campaña de Sí que es Pot. En la misma sesión, la corriente Izquierda Abierta pasó de la crítica a la disidencia al anunciar su ruptura con los órganos ejecutivos de IU y su propósito de buscar la unidad de “toda la izquierda” por cauces alternativos al de la “empobrecida Ahora en Común”.
“Lo nuestro con IU se cae”, concluyó un dirigente de Podemos en Madrid al comentar la situación a La Vanguardia. “Aún hay tiempo”, dijo en cambio un optimista miembro del equipo de Alberto Garzón pese al mes justo que queda para cerrar coaliciones para el 20-D. Tanto voluntarismo sólo se explica por la consciencia de lo grave que para IU y la izquierda en general puede resultar el definitivo fracaso del intento de confluir. “Sería un drama” para todos, ha repetido Garzón.
“Lo nuestro con IU se cae”, dicen en Podemos; “aún hay tiempo”, replica el equipo de Alberto Garzón