La Vanguardia (1ª edición)

...ni cabeza

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

El regreso a la titularida­d en la portería de Claudio Bravo no fue milagroso. Por séptimo partido consecutiv­o, el Barcelona no pudo dejar su portería a cero contra el Sevilla. El chileno encajó dos goles en el Pizjuán –para acabar con una racha de 778 minutos imbatido en el torneo doméstico– en una demostraci­ón de que el problema no está bajo los palos sino que es mayor y alcanza a toda la defensa, quizás la línea del campo en una forma más preocupant­e cuando la temporada ya está en octubre. Y si las piernas no están frescas, para defender hay que utilizar la cabeza y tirar de oficio. Sin embargo, el peor pecado que está condenando al Barcelona son cortocircu­itos en la zona de peligro que se pagan muy caros. Esos momentos de desconexió­n están tirando por tierra el buen trabajo del resto del encuentro.

Es exactament­e lo que sucedió el sábado en el Sánchez Pizjuán, donde Alba y Mathieu estuvieron blandos en una incursión de Gameiro en el primer gol y el francés –que, quizás por eso, este curso ha jugado más de lateral (4 partidos) que de central (2)– se equivocó al intentar dejar en fuera de juego a Iborra y Gameiro en el segundo. Todo en seis minutos fatídicos para los intereses de los de Luis Enrique.

Pero no es la primera vez que pasa. De hecho, en la Liga sólo el Athletic, Sevilla, Rayo, Levante, Granada y Espanyol han sacado más veces el balón de dentro de su portería que los blaugrana, una rareza para el conjunto menos goleado de Primera el curso anterior, con 19 goles. En siete jornadas, el Barça ya lleva encajados prácticame­nte la mitad de tantos que en los 38 duelos de entonces. Números que chirrían más si se mezclan las competicio­nes ya que ya son 20 goles recibidos (1,6 por partido), más de la mitad de los 38 tantos encajados en los 60 duelos que coronaron el triplete.

Hay errores aislados como puede ser el córner mal defendido contra el Bayer y grandes aciertos del chutador como Florenzi desde medio campo. Pero la lección que hay que aprender a no repetir es a controlar las bajadas de tensión o, en todo caso, a minimizar los daños en esas fases de desconcent­ración. Porque en las tres derrotas del curso hubo pasajes parecidos en los que la defensa se vio desbordada. Un factor que ya estuvo a punto de pasar factura en la Supercopa de Tiflis, donde el Sevilla anotó tres goles en 24 minutos para empatar a 4 y llevar la final a la prórroga. Algo que repitió el Athletic en el nuevo San Mamés con tres dianas –las tres últimas del 4-0– en un cuarto de hora. En la Liga, tanto el Celta (los dos primeros goles en cuatro minutos) y el Sevilla (dos en seis minutos) pescaron en ese río tan revuelto.

Una de las causas de esas desconexio­nes puede radicar en que, entre las rotaciones, las lesiones de los laterales y la sanción a Piqué, Luis Enrique aún no ha podido juntar en ninguno de los 12 partidos oficiales a la defensa titular de Berlín, que sería el paradigma de la seguridad del año pasado. Alves, Piqué, Mascherano y Alba no coinciden en la zaga desde aquella final de la Champions del 6 de junio. Así que un retorno a los orígenes podría ser una solución.

POR BAJASY LA SANCIÓN A PIQUÉ El entrenador aún no ha podido contar con la defensa de la final de la Champions de Berlín

DESCONEXIO­NES FATALES El Celta marcó dos goles en sólo cuatro minutos y el Sevilla hizo su doblete en apenas seis

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