EE.UU. pacta en el Pacífico la mayor zona mundial de libre comercio
El Transpacífico cubre desde el precio de la leche hasta el cuidado del cáncer
Un acuerdo que redefine el contorno industrial y que influye en todas y cada una de las cosas, desde el precio de la leche al coste del tratamiento del cáncer.
Ministros de doce países de la costa del Pacífico anunciaron ayer en Atlanta (EE.UU.) el pacto comercial que puede establecer las normas para el siglo XXI y que alumbra la mayor zona de libre comercio existente. El radio de acción de este “ambicioso proyecto”, como lo califican, abarca el 40% de la economía mundial.
Además de Estados Unidos y Japón, las dos principales potencias en el sector, los otros diez integrantes del Tratado de Asociación Transpacífico (TTP) son Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
Esta coalición comercial, sin fronteras ni tarifas, supone la traducción de una estrategia esencial del presidente Barack Obama hacia Asia. Representa, en definitiva, un desafío a China para que acepte las normas de juego impuestas por su gran competidor a la hora negocios.
Así se hace realidad la vía del medio del presidente estadouni- dense para contrarrestar el crecimiento e influencia de Pekín en la estratégica región del Pacífico.
“Cuando el 95% de nuestros clientes potenciales viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las normas de la economía global”, sostuvo Obama en un comunicado de la Casa Blanca.
“Debemos escribir las normas –añadió–, abrir nuevos mercados a los productos de Estados Unidos y fijar altos parámetros para proteger a los trabajadores y preservar el medio ambiente”.
A este apretón de manos colectivo aún le faltan meses de debate en el Congreso de EE.UU., y más en pleno periodo electoral, para lograr su ratificación. Pero si alguien ha apostado fuerte por el TTP, ese no es otro que Obama.
En aras de uno de los aspectos que más apuntalaría su legado, el presidente se ha enfrentado incluso a la esencia liberal y más progresista de su partido, el Demócrata. Muchos de sus colegas observan en esta iniciativa un ataque a los derechos e intereses de los empleados en beneficio de las compañías multinacionales.
Los sindicalistas le tienen más miedo que al Nafta, el tratado de libre comercio en Norteamérica, firmado en 1993 con Bill Clinton en la presidencia. El TTP, que también deberán aprobar los otros países, tuvo una recepción con crítica y escepticismo en el Capitolio. “Wall Street y otras grandes corporaciones vuelven a ganar”, afirmó el senador y aspirante demócrata Bernie Sanders.
“Temo que el pacto se ha quedado deplorablemente corto”, indicó por el otro bando el congresista republicano Orrin Hatch.
“Es un acuerdo que sitúa en primer lugar a los trabajadores y que ayudará a las familias de clase media a salir adelante”, contestó el presidente Obama con la carta del pacto bajo la mano. “Estos niveles de asociación ensanchan el terreno de juego de nuestros granjeros, agricultores e industriales al eliminar más de 18.000 impuestos que varios países fijan a nuestros productos”, señaló Obama respecto a la supresión del famoso “made in America”.
Entre esa cifra de 18.000 se cuentan bienes de consumo co- mo maquinaria, productos químicos o alimentarios.
Subrayó Obama que el acuerdo incorpora “los compromisos más fuertes en materia laboral y de medio ambiente que jamás otro pacto comercial realizó, y estos compromisos son ejecutables”.
A Christine Lagarde, directora ejecutiva del FMI, le brotaron los elogios. Aludió a “una actualización política para evitar una nueva mediocridad en la economía global y reavivar el comercio es un componente esencial”.
Las conversaciones se remontan a ocho años atrás, a la época del presidente George W. Bush. Obama dio la sensación de dejarlo de lado, pero hace cinco años las revitalizó. Durante cinco días los negociadores han trabajado contra reloj. El monopolio de los derechos de los fármacos biotecnológicos se convirtió en uno de los principales escollos.
Pero lo que impidió anunciar el acuerdo el domingo fue algo tan cotidiano como la leche.
LO QUEAÚN FALTA Obama ha apostado fuerte, pero sus colegas de partido ven un peligro para el país
TRATADO TRANSPACÍFICO El acuerdo regula desde el precio de la leche hasta la cura del cáncer