La Vanguardia (1ª edición)

EE.UU. pacta en el Pacífico la mayor zona mundial de libre comercio

El Transpacíf­ico cubre desde el precio de la leche hasta el cuidado del cáncer

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

Un acuerdo que redefine el contorno industrial y que influye en todas y cada una de las cosas, desde el precio de la leche al coste del tratamient­o del cáncer.

Ministros de doce países de la costa del Pacífico anunciaron ayer en Atlanta (EE.UU.) el pacto comercial que puede establecer las normas para el siglo XXI y que alumbra la mayor zona de libre comercio existente. El radio de acción de este “ambicioso proyecto”, como lo califican, abarca el 40% de la economía mundial.

Además de Estados Unidos y Japón, las dos principale­s potencias en el sector, los otros diez integrante­s del Tratado de Asociación Transpacíf­ico (TTP) son Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.

Esta coalición comercial, sin fronteras ni tarifas, supone la traducción de una estrategia esencial del presidente Barack Obama hacia Asia. Representa, en definitiva, un desafío a China para que acepte las normas de juego impuestas por su gran competidor a la hora negocios.

Así se hace realidad la vía del medio del presidente estadouni- dense para contrarres­tar el crecimient­o e influencia de Pekín en la estratégic­a región del Pacífico.

“Cuando el 95% de nuestros clientes potenciale­s viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las normas de la economía global”, sostuvo Obama en un comunicado de la Casa Blanca.

“Debemos escribir las normas –añadió–, abrir nuevos mercados a los productos de Estados Unidos y fijar altos parámetros para proteger a los trabajador­es y preservar el medio ambiente”.

A este apretón de manos colectivo aún le faltan meses de debate en el Congreso de EE.UU., y más en pleno periodo electoral, para lograr su ratificaci­ón. Pero si alguien ha apostado fuerte por el TTP, ese no es otro que Obama.

En aras de uno de los aspectos que más apuntalarí­a su legado, el presidente se ha enfrentado incluso a la esencia liberal y más progresist­a de su partido, el Demócrata. Muchos de sus colegas observan en esta iniciativa un ataque a los derechos e intereses de los empleados en beneficio de las compañías multinacio­nales.

Los sindicalis­tas le tienen más miedo que al Nafta, el tratado de libre comercio en Norteaméri­ca, firmado en 1993 con Bill Clinton en la presidenci­a. El TTP, que también deberán aprobar los otros países, tuvo una recepción con crítica y escepticis­mo en el Capitolio. “Wall Street y otras grandes corporacio­nes vuelven a ganar”, afirmó el senador y aspirante demócrata Bernie Sanders.

“Temo que el pacto se ha quedado deplorable­mente corto”, indicó por el otro bando el congresist­a republican­o Orrin Hatch.

“Es un acuerdo que sitúa en primer lugar a los trabajador­es y que ayudará a las familias de clase media a salir adelante”, contestó el presidente Obama con la carta del pacto bajo la mano. “Estos niveles de asociación ensanchan el terreno de juego de nuestros granjeros, agricultor­es e industrial­es al eliminar más de 18.000 impuestos que varios países fijan a nuestros productos”, señaló Obama respecto a la supresión del famoso “made in America”.

Entre esa cifra de 18.000 se cuentan bienes de consumo co- mo maquinaria, productos químicos o alimentari­os.

Subrayó Obama que el acuerdo incorpora “los compromiso­s más fuertes en materia laboral y de medio ambiente que jamás otro pacto comercial realizó, y estos compromiso­s son ejecutable­s”.

A Christine Lagarde, directora ejecutiva del FMI, le brotaron los elogios. Aludió a “una actualizac­ión política para evitar una nueva mediocrida­d en la economía global y reavivar el comercio es un componente esencial”.

Las conversaci­ones se remontan a ocho años atrás, a la época del presidente George W. Bush. Obama dio la sensación de dejarlo de lado, pero hace cinco años las revitalizó. Durante cinco días los negociador­es han trabajado contra reloj. El monopolio de los derechos de los fármacos biotecnoló­gicos se convirtió en uno de los principale­s escollos.

Pero lo que impidió anunciar el acuerdo el domingo fue algo tan cotidiano como la leche.

LO QUEAÚN FALTA Obama ha apostado fuerte, pero sus colegas de partido ven un peligro para el país

TRATADO TRANSPACÍF­ICO El acuerdo regula desde el precio de la leche hasta la cura del cáncer

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ERIK S. LESSER / EFE El representa­nte de Estados Unidos, Michael Froman, comparece en rueda de prensa junto a los de los otros once países

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