La Vanguardia (1ª edición)

Una compañera de estudios de Asunta cuestiona la coartada de Basterra

La defensa del padre logra sembrar dudas sobre el testimonio de la joven

- Santiago de Compostela ANXO LUGILDE

Un plano de la llamada milla de oro compostela­na, la calle Xeneral Pardiñas, centró los momentos más relevantes de la sesión de ayer del juicio por el asesinato de Asunta, en la que se inició el desfile de los primeros de los 80 testigos. Sucedió durante la comparecen­cia de una joven compostela­na, antigua compañera de la víctima en las clases de la Alianza Francesa, que asegura haberla visto con su padre, Alfonso Basterra, durante la tarde del asesinato. El testimonio pone en cuestión la coartada de Basterra, que dice no haber salido de casa. Su abogada logró sembrar dudas sobre la declaració­n, basándose en un tiquet de compra del novio de la testigo y en las imágenes del coche de Rosario Porto tomadas por las cámaras de seguridad.

Cuando se supo que Asunta era la adolescent­e que había aparecido muerta en la noche del 21 de septiembre de 2013 en las afueras de Santiago, la joven que ayer declaró como testigo contó en su casa que la había visto por la tarde en la calle Xeneral Pardiñas, en compañía de su padre.

Este testimonio adquirió valor cuando se supo que Basterra asegura que él no salió de casa en toda la tarde y que, por tanto, no estaba en el chalet de las afueras de su exesposa, Rosario Porto, que es donde los investigad­ores sitúan el lugar del crimen. Fue entonces cuando la madre de la testigo se decidió a ir al juzgado, algo que, según contó ayer ante el ju- rado, había tratado de evitar porque su hija era menor de edad.

Durante la instrucció­n el juez Vázquez Taín intentó sin éxito demostrar que, aunque no aparezca en las imágenes de las cámaras, Basterra sí habría estado en el chalet, lo que explicaría cómo Porto pudo transporta­r el cuerpo de su hija, más alta que ella, y depositarl­o en una pista forestal a unos cuatro kilómetros de la casa de campo, Basterra, en cambio, sostiene que pasó toda la tarde en su piso, leyendo un libro y cocinando.

El testimonio de la joven que declaró ayer contradice esa versión. La testigo explicó que estuvo comprando unas zapatillas con su novio, que también compareció. Después, en la esquina de Xeneral Pardiñas y República del Salvador, vio, según aseguró, a Basterra con Asunta, a quien no saludó porque al pasar junto a ella estaba de espaldas.

Sin embargo, la hora del tiquet de compra se superpone con la que marcaban las cámaras del Parlamento de Galicia y de una gasolinera que captaron las imágenes del coche de Porto, en el que parecen ir ella al volante y su hija. Todos los lugares están cerca pero, si los relojes estuviesen bien sincroniza­dos, la secuencia temporal resultaría imposible.

A la salida del juzgado, el abogado de la acusación popular, Ricardo Pérez Lama, quitó importanci­a a esa contradicc­ión, al afirmar que “probableme­nte ninguno de los que estamos aquí tengamos la misma hora”. En cualquier caso, Basterra añadió un elemento más para mantener su versión, en una sesión en la que el juez le llamó al orden, por hacer gestos de desaprobac­ión durante la declaració­n de los testigos. Uno de ellos fue uno de los agentes de la Guardia Civil que enfocaron la investigac­ión hacia los padres horas después del crimen, al hallar en el chalet de Porto unas cuerdas iguales a las que había junto al cadáver.

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