Domingo divulgativo
Buen estreno de Economia en colors en TV3. Después de décadas colaborando en los medios de comunicación (cuando Jaume Barberà y Josep Cuní lo invitaban para polemizar impertinentemente con Ernest Lluch o en sus diálogos transoceánicos con Toni Clapés en la radio), Xavier Sala i Martín ha encontrado el formato que mejor explota su talento divulgador. En los últimos años, el economista ha participado en el programa Divendres (TV3) con unas breves clases en las que, con interlocución de Tian Riba, hablaba de economía con relación a la actualidad. Partiendo de este modelo, Sala y Riba han ido más allá y han perfeccionado la colaboración. El economista se siente cómodo con un sparring que tiene el papel del alumno con ganas de aprender y que, al mismo tiempo, recapitula y subraya con rigor periodístico (un papel que quizás debería incluir toques discrepantes). El resultado convence. El primer capítulo, sobre la innovación, partió de la reinvención del falso 9 del Barça de Pep Guardiola encarnado en Messi. A Sala i Martín siempre le gusta encontrar ejemplos periféricos para explicar la esencia de la ciencia económica (capitalista, se entiende; si el programa lo hicieran Antonio Baños y Manu Chao, las conclusiones serían otras). A la manera de los freakonomics anglosajones, que han popularizado la socioeconomía recreativa, Sala i Martín se explica con la ventaja de haber ensayado muchas veces ante audiencias diversas. Para evitar que sea más audio que visual, el programa multiplica los escenarios y las pinceladas gráficas que acompañan el plato principal sin caer en la interferencia de las malas guarniciones o en la falsa erudición académica. No siempre podrán contar con personajes como Guardiola, pero será interesante seguir estas lecciones. No sólo por su sustancia económica, sino por la arquitectura argumental de Sala i Martín, que puede proporcionarnos atajos dialécticos y filosóficos eficaces para discrepar de, por ejemplo, Sala i Martín. Como detalle anecdótico, las americanas de colores desfilarán, aunque en materia de psicodelia textil, las camisas de Tian Riba también tienen tela. ATASCO DIVULGATIVO. El domingo se acumularon programas de divulgación científica. En La 2, Yo, mono, con invitados parecidos a los que acompañaron a Xavier Sardà en el estreno de ADN Max ( Discovery Max). Pensado como una acelerada sucesión de colaboraciones cohesionadas con el falso dinamismo del aplauso compulsivo, el primer programa puso en evidencia algunas debilidades estructurales. El papel de Sardà, por ejemplo, no queda claro. A ratos resulta demasiado funcional y a ratos subraya una tendencia cada vez más acusada a hermidear (gesticulaciones histriónicas dignas de Jesús Hermida). Es como si la parte de ciencia espectacular de El hormiguero se estirara pero sin lograr estructurar una intención identificable. El cierre, con Juan Carlos Ortega (que también pasó por Yo, mono), y la presencia de Martina Klein fueron los antídotos idóneos para digerir la intensidad escenográfica de Dani Jiménez, entusiasta científico televisivo ( El club, La parada) que tiene la virtud de, como dice el tópico, no dejar indiferente. Sobre todo a mí.
Sala i Martín se explica con la ventaja de haber ensayado muchas veces ante audiencias diversas