Los cantores, los cuentos de Hoffmann y Vasco da Gama
Berlín vivió un intenso fin de semana con dos comedias y un drama: 13 horas de ópera, nada menos. El maratón comenzó el viernes con el ingenioso montaje de Les contes d’Hoffmann que firma Barrie Kosky. El director australiano le ha dado la vuelta al reparto: concentra en una misma soprano la interpretación de las cuatro mujeres que son los amores del protagonista –extraordinaria la estadounidense Nicole Chevalier–, mientras desdobla a Hoffmann en tres: un barítono, un tenor y un actor que hace las veces de narrador. El montaje, trepidante, ahonda en lo fantástico y grotesco de la obra, incorporando textos en alemán del propio E.T.A. Hoffmann. Era la primera vez que se veía en su original francés en la Komische, hasta hora presta a traducir la obras. Al día siguiente, Barenboim oficiaba los dos primeros actos de la comedia que compuso Wagner en la madurez, Los maestros cantores de Nurem- berg, dirigida aquí por la alemana Andrea Moses, que logró traer al presente la Alemania nacionalista de hace cuatro siglos y dejar a todos contentos. La cofradía de los maestros cantores, la casta, la burguesía de la época, contaba incluso con una panel publicitario donde aparecían sus nombres cual marcas comerciales –“se echa en falta la Wolkswagen”, bromeaba alguien del público–, y acababa la velada con la pugna del final del 2º acto en un tótum revolútum: hooligans, punks ... todo el mundo a escena. A la mañana siguiente se reencontraban público y personajes en una experiencia curiosa. Por último, poco que decir de Vasco da Gama. Grandes voces para esta pieza de Meyerbeer. Roberto Alagna lo bordó, pese a haberse disculpado previamente, y Nino Machaidze amaneció desafinada. Muy notable estuvo Sophie Kock en el papel de reina Selica. El montaje no llegaba ni a kitsch alemán.