Después de Alonso, el desierto
La retirada de Jaume Alguersuari, con 25 años, evidencia la sequía de jóvenes valores después del boom
Sólo tres pilotos españoles en 15 años han logrado correr en la F-1 desde que debutó Fernando Alonso en el 2001. Con los éxitos del asturiano (2005, 2006) llegó el boom del automovilismo, el Circuit de Barcelona-Catalunya se llenaba cada mes de mayo para ver a su héroe, surgieron programas de promoción de jóvenes valores, patrocinadores e instituciones se implicaban, los kartings eran un hervidero de niños, todos querían ser el nuevo Fernando... Pero, una década después de la corona en Interlagos, el desierto. La retirada de Jaume Alguersuari, con sólo 25 años, ha puesto al descubierto un solar en la que fue una de las canteras más prometedoras de Europa.
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L A ‘ BURBUJA DE GASOLINA ’ “Cuando pinchó la burbuja no quedó nada debajo, no se crearon bases, y además falta talento de verdad”
encuentras hoy día que puedan llegar a ser profesionales, quizás Àlex Palou, pero poco más”, expone Albert Fàbrega, analista de F-1, mánager y director de equipo. Raimon Duran, 30 años de experiencia como agente de pilotos, pone número a la sequía de la cantera: “Hace diez años había 28 españoles corriendo en monoplazas; ahora sólo dos”, Sergio Canamasas, en la GP2, y Àlex Palou, en la GP3, el único integrante del programa Joves Pilots impulsado por el Circuit, la Generalitat, el RACC y la Federació Catalana. Otro testigo de la crisis de la cantera.
El Joves Pilots, creado en el 2005 para fomentar el vivero catalán de pilotos, con la intención de ver algún día un niño de la casa en la F-1, ha visto pasar a 22 chicos en sus 11 ediciones. La aportación económica del programa ha ido encogiéndose progresivamente, a causa de la crisis, hasta llegar a convertirse en un mero apoyo técnico al piloto. “El programa ha tenido que limitar muchísimo la inversión porque no estamos en condiciones de hacer un gran desembolso. Nuestra gran esperanza era Alguersuari, que ha tenido mala suerte; creo que hubiera podido hacer muy buen trabajo”, comentaba Vicenç Aguilera, presidente del Circuit.
Alguersuari integró, junto a Miquel Molina y Dani Clos, la primera generación de Joves Pilots. De los tres mosqueteros, sólo Molina sigue compitiendo. Buscó su propio camino lejos de la F-1, en el DTM, el campeonato alemán de turismos, como piloto oficial de Audi, y es el único que vive del volante. Dani Clos llegó a ser probador y tercer piloto de HRT, pero ha acabado siendo coach y comentarista de TV. Y Alguersuari, según dijo en su despedida, se desencantó. Prefiere ser dj.
Después de ellos, otros lo probaron. El camino está lleno de inten- tos frustrados, de millones invertidos, de talentos arrinconados. Adrián Vallés, Roldán Rodríguez, Andy Soucek, Marcos Martínez, Marco Barba, Javi Villa, Albert Costa, Miki Monràs, Aleix Alcaraz, Dani Campos-Hull, Nil Montserrat...
¿Cómo se ha llegado a este pano- rama desolador? “No hay dinero”, afirma Fàbrega. “No hay talento suficiente”, añade Duran. “Años atrás, el parking de un kartódromo estaba lleno de Porsches, BMWs, Audis y Mercedes... Los padres y los patrocinadores invertían una fortuna, en paralelo a la bonanza de la burbuja inmobiliaria”, explica gráficamente Albert. En plena crisis económica se hace difícil, incluso obsceno, pagar 1,2 millones de euros por correr un curso en GP2, o 600.000 euros en las World Series 3.5, o los 30.000 por correr las cuatro carreras del Europeo de karting, el parvulario del motor. “Pero cuando ha pinchado la burbuja no ha quedado nada debajo, no se creó ninguna base, y además, falta talento de verdad”, sostiene Duran. “Muchos se pensaron que teníamos buenos pilotos, pero creo que el talento estaba inflado porque nos convino”. Además, también falló el enfoque. Según Fàbrega, “algunos pilotos dejaron pasar buenas oportunidades por una mala filosofía, porque era la F-1 o nada. Y ha sido nada”.