Asamblea en la fábrica.
Martorell podría mantener provisionalmente el Q3 si se aplaza la llegada del A1
Miles de trabajadores de la alemana Volkswagen escuchan, en la sede de Wolfsburgo, al presidente del comité de empresa, tras el anuncio del grupo de revisar todas sus inversiones para atender los costes económicos del fraude en los motores diésel de 11 millones de coches.
Se acabaron los paños calientes y las optimistas declaraciones de altos cargos del Gobierno acerca de las inversiones del grupo Volkswagen en España. El nuevo presidente del grupo, Matthias Müller, anunció ayer que el grupo tomará medidas dolorosas y revisará su plan de inversiones para hacer frente a las consecuencias financieras del escándalo de la manipulación de emisiones de sus motores diésel. Todas las alarmas se han encendido en Seat y también en el Gobierno español, pues deja en el aire el plan para invertir 4.200 millones en España, 3.300 millones de ellos en Seat.
Müller hizo el anuncio en una puesta en escena espectacular. Arropado por casi todo el comité de dirección, intervino ante una asamblea de 20.000 trabajadores alemanes en la sede central de Wolfsburgo, que sindicalistas de otros países pudieron seguir por pantalla ante el palacio de Congresos próximo. “Seré muy claro: esto va a ser doloroso”, dijo tras explicar que se reajustará el plan de eficiencia diseñado por su predecesor, Martin Winterkorn, quien se ha visto obligado a dimitir por el escándalo de los motores dié- sel trucados con un software que falsificaba los datos de emisiones de NOx (óxido de nitrógeno, un elemento muy nocivo para el medioambiente y hasta cancerígeno)
Müller aseguró que son necesarios “ahorros drásticos” y prometió que “hará todo lo posible” por mantener los puestos de trabajo. Una promesa que, sin embargo, se entendió en clave alemana, lo que no contribuye precisamente a calmar los ánimos en Seat, la filial generalista más pequeña y la que tiene ma- yores problemas de rentabilidad. Además, Winterkorn, marcado ahora el por el escándalo, ha sido en definitiva un buen aliado de Seat, paciente con su retraso en salir de pérdidas, tanto cuando era presidente de Audi como después en el grupo VW. Müller, procedente de Porsche, es por ahora una incógnita para la filial española.
El consorcio alemán, que en el primer semestre de este año consiguió encaramarse al primer puesto mundial, anunció en el 2014 un plan de inversiones de 85.600 millones en todo el mundo en el periodo 2015-2019. Irónicamente, deberían destinarse a desarrollar nuevos modelos y tecnologías más eficientes y respetuosas con el medioambiente.
Según un comunicado del grupo, Müller dijo en la asamblea que todavía no se pueden cuantificar “los inmensos daños financieros” y prometió una aclaración “rápida y sin miramientos” de lo sucedido con la manipulación de los motores diésel. Dejó claro, no obstante, que no bas- tan recortes salariales ni la supresión de los generosos bonus que cobran sus empleados alemanes a cuenta de los resultados para costear esta crisis sin precedentes. El grupo ha provisionado ya 6.000 millones de euros (el beneficio de todo un año), aunque algunos bancos de inversión ya avanzan que el coste podría llegar hasta 78.000 millones. Bernd Osterloh, presidente del comité de empresa del grupo, respaldó en todo momento a Müller y am- bos coincidieron en señalar que el gran objetivo es recuperar la confianza de clientes e inversores.
Osterloh consideró una “buena noticia” que de momento no se prevean recortes de plantilla, aunque admitió que es pronto para saber si a medio a largo plazo afectará a los 600.000 puestos de trabajo.
El grupo no aclaró qué se entiende por inversiones necesarias o inversiones prescindibles. “Ahora se plantean muchas dudas y aquí hay intranquilidad por el empleo”, dijo Matías Carnero, presidente del comité de empresa de Seat, que estará toda esta semana en Wolfsburgo en las reuniones de los comités mundial y europeo. El viernes se verán con la dirección para tratar sobre la plantificación de modelos y producciones. Una de las primeras medidas que podría adoptarse sería el aplazamiento de la adjudicación a la planta de Martorell de la fabricación del Audi A1. Eso en principio no sería perjudicial para Martorell, si así mantiene la producción del Q3, un vehículo con mucho mayor margen que el A1. La intención del grupo era trasladar lo a Bruselas o a una planta alemana, una medida que según Carnero podría tener un coste de 300 millones de euros. “Este gasto es prescindible”, dijo.