El juez retira el pasaporte a Rato pero podrá ir a Suiza
El exgerente del FMI ha viajado en varias ocasiones al país helvético El magistrado le imputa fraude fiscal, blanqueo y corrupción
Pudo salir peor parado. Rodrigo Rato abandonó ayer los juzgados de Madrid con orden de entrega del pasaporte, pero en libertad. Con cargos, eso sí. La Fiscalía consideró que no había por qué apretarle más las cuerdas. Al menos, de momento. Como Anticorrupción no pidió prisión provisional, el juez encargado del caso, Antonio Serrano-Arnal, ni se lo planteó. Pero la investigación del patrimonio del exvicepresidente del Gobierno no ha hecho más que empezar. Y lo que trasciende es grave. El juez le mantuvo ayer imputado por tres delitos, los de fraude fiscal, blanqueo de capitales y corrupción entre particulares.
Rato dijo horas después a la agencia Efe que en su declaración sostuvo que todos sus bienes tienen “origen familiar” y que no hubo irregularidades en los contratos publicitarios de Bankia. Añadió que es la persona “más interesada” en que se aclaren los hechos.
La única medida cautelar tomada ayer fue la de la retirada del pasaporte, lo que implica que se restringen sus movimientos en el exterior, aunque no se le anulan por completo. Rato podrá viajar con el DNI por el territorio de la Unión Europea (UE). Y también podrá seguir viajando a Suiza, como país incluido en el tratado de Schengen. Unión Progreso y Democracia (UPyD), que presentó la querella por el caso Bankia, había pedido que a Rato se le impidiera viajar al extranjero. El motivo era que al ex director gerente del FMI se le había visto en vuelos entre Madrid y ciudades helvéticas. La sospecha de UPyD, reiterada ayer, es que con esos viajes Rato ha tenido tiempo de rehacer la estructura de su patrimonio.
En todo caso, ahora hay un nuevo escenario que debe preocuparle tanto o más que poner cuentas y bienes a buen recaudo. El juez Antonio Serrano-Artal, que le interrogó ayer durante más de tres horas, y la fiscal Elena Lorente le ven como supuesto autor de tres graves delitos relacionados con la corrupción. Y la maquinaria judicial, una vez puesta en marcha, es imparable.
No obstante, Rato no puede quejarse hasta ahora de que se le haya tratado con gran dureza. Esta vez no fue detenido. Ni tuvo que pasar noche alguna en el calabozo. Por otra parte, ayer hizo cuanto pudo por eludir a los medios de comunicación para evitar imágenes que recordaran la del mes de abril, cuando la mano de un agente de aduanas se posó en su nuca para introducirle en el coche que le llevaba de su domicilio a su despacho, ambos registrados sucesivamente. Rato llegó a los juzgados a las ocho, cuando es- taba citado a las once. Durante la mañana, un grupo de preferentistas montó guardia lanzando gritos de “Rato, ratero, como tu padre y como tu abuelo”, “Rato y Blesa, a prisión” o “Han saqueado este país”. La salida también fue accidentada. Un coche recogió a Rato en la puerta del juzgado de guardia en una rápida maniobra y luego, según testigos, salió tan deprisa que se saltó un semáforo en rojo.
La investigación judicial tiene hoy y mañana otras citas importantes. Se trata de la declaración de 16 testigos, a los que el juez interrogará en dos tandas de 8. Lo que espera la Fiscalía es que estas declaraciones permitan cerrar la tenaza que se cierne sobre Rato por su conducta al frente de Bankia, fase en la que habría sido perceptor de comisiones, bajo la apariencia de labores de asesoramiento verbal. La Fiscalía cree que esa supuesta tarea era sólo una cobertura formal para recibir los pagos, que habrían superado los 830.000 euros. Los contratos publicitarios, a su vez, supusieron para Bankia un gasto de 40 millones de euros. En el eje de esos supuestos fraudes emerge el nombre de una
El exdirector del FMI declaró ante el juez Serrano-Artal que todos sus bienes tienen “origen familiar”
empresa, Kradonara, la sociedad pantalla presuntamente creada para los cobros ilícitos.
Además de Rato y su testaferro, Alberto Portuondo, en prisión desde el pasado mes de agosto, están imputados el abogado Domingo Plazas, exsocio del primero, cuatro directivos de las empresas de publicidad que presuntamente pagaban comisiones al exgerente del FMI y su secretaria, Teresa Arellano, además de un segundo supuesto testaferro, Miguel Ángel Montero. En total nueve, de momento.