La escena traumática
El argentino Claudio Tolcachir vuelve a Temporada Alta con ‘Dinamo’, un espectáculo sobre la soledad y la marginación
El dramaturgo argentino Claudio Tolcachir, autor de la inquietante La omisión de la familia Coleman, uno de los grandes éxitos teatrales de los últimos tiempos, presenta en el festival Temporada Alta su obra Dinamo.
Qué pasa cuando una obra prescinde en buena medida de la palabra? ¿Qué queda cuando, sin prescindir del sonido, las voces pierden protagonismo?
“Quedan onomatopeyas, sonidos inclasificables y la música (de Joaquín Segade, en directo) que lo envuelve todo”, afirma Claudio Tolcachir de su obra Dinamo, la singular propuesta que el próximo viernes –nueve de octubre, a las nueve de la noche; y el sábado, a las seis de la tarde– se presentará en el Teatre de Salt, dentro del festival Temporada Alta.
Queda también el montaje visual, “definido por recursos cinematográficos”, afirma el director argentino, un habitual del Temporada Alta, donde ha presentado buena parte de sus últimos espectáculos.
“Y quedan, o más bien sobresalen, tres actrices –Daniela Pal, Marta Lubos y Paula Rasenberg– que hablan sin hablar, llenando el escenario con su presencia. Intérpretes de mirada y gesto”. Dinamo es el resultado de más de un año de trabajo colectivo de Timbre 4, grupo emblemático del mejor teatro alternativo.
Tolcachir firma el espectáculo junto a Lautaro Perotti y Melisa Hermida, un espectáculo que se presentó el pasado febrero en Buenos Aires con un gran éxito de crítica: “Una gran propuesta que no dejará indiferentes a su paso”, decía Sandra Commisso en Clarín. Una obra repleta de reminiscencias visuales y literarias, y que, tras su paso por Avignon y Nápoles, llega a Temporada Alta, dentro de la sección Conexió iberoamericana, dedicada al teatro más inquieto de Sudamérica.
Transcurre la acción en una roulotte perdida, un espacio que la escenografía, de Gonzalo Córdoba, corta por el medio pa- ra mostrar sus entrañas. Un laberinto de recovecos y escondrijos, donde el espacio teatral se convierte en un protagonista más. En este singular entorno conviven tres mujeres –una deportista que quiere reverdecer viejos laureles, una vieja roquera y una emigrante que no habla más idioma que su idioma– sin apenas comunicarse, cada una con su historia a cuestas.
“Es una propuesta que, como muchas mías, habla de soledad”, dice Tolcachir, que pone el acento en el carácter abierto de la obra –abierto a interpretaciones–. Y a pesar de su marginalidad, destaca el valor energético y vital de la misma, alejado del drama deprimente o paralizante. “Es como una road movie quieta”, subraya el director teatral, “protagonizada por exiliados en su propia vida; la obra se llama Dinamo por eso, por su valor energético y vital”.
Puede que hable de gente varada en su existencia, pero desde luego Dinamo, como espectáculo, pide –exige– un espectador activo, nada perezoso. Con ese público el director se ofrece a comentar el espectáculo. Al final de la representación del viernes, en el Teatre de Salt.
Director de la palabra, Tolcachir se enfrenta al desafío de prescindir en buena medida del texto