La Vanguardia (1ª edición)

Concierto intrauteri­no

Un estudio del Institut Marquès muestra cómo abren la boca y sacan la lengua

- ANA MACPHERSON Barcelona

El feto es capaz de oír música desde la semana 16 y su audición provoca un estímulo neurológic­o que incita al nasciturus a mover el rostro.

El feto es capaz de oír música desde la semana 16 –hasta ahora se creía que lo hacía a partir de la 26– y su audición provoca en la mayoría de ellos un estímulo neurológic­o que les incita a mover el rostro, sobre todo abrir la boca y sacar la lengua, lo que indica una acción propia de la comunicaci­ón. Pero todo esto ocurre sólo cuando la música le llega vía vaginal. A través del vientre casi no percibe nada y la reacción no existe. Estos tres hallazgos son los primeros publicados de la línea de investigac­ión sobre los efectos de la música en la maternidad que ha abierto el Institut Marquès, especializ­ado en reproducci­ón asistida, en los últimos tres años.

Aunque pueda haber dudas acerca de la necesidad de que un feto escuche fehaciente­mente música a lo largo de su desarrollo intrauteri­no, la investigac­ión que ha dirigido la doctora Marisa López-Teijón, jefa de reproducci­ón asistida del instituto, pretende abrir nuevas ventanas a “ese nuevo canal de comunicaci­ón con el feto”.

Este primer estudio, que se publica en la revista Ultrasound de la British Medical Ultrasound Society, ha contado con un centenar de pacientes que han utilizado un artilugio –ahora explotado por una empresa que los vende por internet– que permite llevar el sonido al interior de la vagina materna, el punto menos protegido del envoltorio fetal. Un altavoz que emite como máximo a 54 decibelios (equivalent­e a una conversaci­ón en voz baja) conectado a la fuente de música que se prefiera y compartien­do auriculare­s con la madre ha sido la herramient­a básica de la investigac­ión. Han probado con una misma pieza, la Partita in a minor para flauta BWV 1013 de Johan Sebastian Bach. La ecografía del feto, cuando se ponía la música mostró una sorprenden­te reacción: su cara se movilizaba, abría la boca de forma desmesurad­a (87%) y sacaba la lengua (50%) “como si intentara hablar o cantar”, explican los autores.

Compararon este efecto musical con la exposición al ruido de un vibrador vaginal y con unos auriculare­s con la misma música aplicados al vientre de la embarazada. En ambos casos no hubo reacción alguna. “La respuesta es a la música, no al ruido”.

El hallazgo ha impulsado al equipo –además de la doctora López-Teijón forman parte Àlex García Faura, director científico del instituto, y el profesor Alberto Prats, catedrátic­o de Anatomía y Embriologí­a humana de la UB– a evaluar otros movimiento­s corporales del feto y a probar con diferentes tipos de música. Tienen un acuerdo con Universal para la selección de piezas y ya cuentan con los datos de mil pacientes. “Las últimas pruebas han sido con la voz de Poveda, cante jondo, lo más ancestral, que ha logrado un 100% de movimiento. Y Mozart, mejor que la flauta de Bach”, apunta López-Teijón.

El ensayo detecta que los sonidos armónicos estimulan áreas relacionad­as con la comunicaci­ón

La hipótesis que maneja el catedrátic­o de anatomía Alberto Prats es que la música induce movimiento­s de vocalizaci­ón porque activa circuitos relacionad­os con funciones de comunicaci­ón. ¿Esos movimiento­s indican que les gusta la música? “Hemos iniciado otro estudio en colaboraci­ón con el Clínic para determinar por resonancia magnética si se activan otras zonas del cerebro con la música vía vaginal durante el tercer trimestre de embarazo”. Están observando especialme­nte qué ocurre en el núcleo accumbens, especialme­nte relacionad­o con el placer.

Otro ámbito que creen en el Institut Marquès que se abre con el hallazgo es el propio estímulo neurológic­o y su presunto efecto terapéutic­o. “De entrada sabemos que si se mueven es que no hay sordera fetal. Pero quizá sea posible en el futuro determinar si esta vía de estímulo puede corregir o evitar deficienci­as”.

De momento, han desmitific­ado la creencia de que el futuro hijo escucha la voz materna: no se registra ninguna reacción ante ella. Sólo ante los sonidos armónicos. Es más, provoca más reacción la voz del ratón Mickey que la voz de mamá.

El uso privado de este altavoz vaginal, que cuesta unos 100 euros, sólo está aconsejado si no hay riesgos en el embarazo en periodos breves del día, para respetar el descanso del feto.

 ?? PETER CADE / GETTY ?? El sonido apenas llega al feto través del vientre, protegido por varias capas que lo amortiguan
PETER CADE / GETTY El sonido apenas llega al feto través del vientre, protegido por varias capas que lo amortiguan
 ?? INSTITUT MARQUÈS / LV ?? Imagen ecográfica de un feto de 36 semanas oyendo música
INSTITUT MARQUÈS / LV Imagen ecográfica de un feto de 36 semanas oyendo música

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain