La Vanguardia (1ª edición)

El Estado Islámico mata a 15 soldados en Yemen y entra en guerra abierta

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Los hutíes siempre han dicho que la ofensiva de Arabia Saudí contra sus posiciones en Yemen fortalecía a los grupos radicales suníes, como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI). Ayer esta advertenci­a cobró todo su sentido cuando cuatro terrorista­s suicidas atacaron el hotel Al Qasar de Adén, cuartel oficioso del Gobierno yemení y de las fuerzas de la coalición árabe. Murieron once soldados yemeníes y cuatro de los Emiratos. El vicepresid­ente y varios ministros salieron ilesos.

En un primer momento, el Gobierno y la coalición culparon a los rebeldes hutíes, pero el EI confirmó el ataque con varios vídeos y fotografía­s de los mártires en las redes sociales. El hotel Al Qasar es un edificio grande en el centro de la ciudad, que un día fue de lujo. El vicepresid­ente Jaled Bajah lo utiliza para reunir al Gobierno y allí se ven también los mandos de la coalición árabe.

El EI irrumpió en la escena yemení el pasado mes de marzo, con varios atentados contra mezquitas chiíes, en los que murieron 137 personas. Hasta ayer, sin embargo, no había planeado nada contra el Gobierno y sus aliados.

Los hutíes considerab­an que ni a Al Qaeda ni al EI les interesaba enfrentars­e con el poder yemení. Ayer reconocier­on su error. El EI entra en guerra abierta y demuestra que, como siempre, Yemen ha sido un nido de serpientes, con alianzas que van y vienen, y donde nadie se fía de nadie.

Los rebeldes tienen razón cuando dicen que mientras ellos sufren los ataques de la coalición, Al Qaeda y el EI han mantenido intactas sus bases.

Los hutíes perdieron Adén en julio y el mes pasado el Gobierno puso un pie en este antiguo protectora­do británico. El presidente Abed Rabo Mansur Hadi sigue exiliado en Arabia Saudí. Los hutíes ocupan Saná desde hace más de un año.

La aviación árabe, que los bombardea desde hace seis meses, les ha obligado a retirarse de Adén, pero se mantienen fuertes en la capital y el norte del país. El Gobierno les exige que se retiren de Saná y reconozcan su autoridad para poder negociar un acuerdo político. Ellos se niegan. La mediación de las Naciones Unidas no ha conseguido nada.

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