La Vanguardia (1ª edición)

Un niño de once años mata de un tiro a su vecina de ocho en Tennessee

Más de 500 niños han resultado muertos o heridos por armas de fuego este año

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

La penúltima muesca. Sucedió en Tennessee. Un niño de once años mató a una niña de ocho, ambos compañeros del mismo colegio y vecinos. Ella se negó a dejarle tocar su perro. Él cogió la escopeta de su padre y le pegó un tiro. Esta vez no es un loco. “Ver a una niña ahí, tendida en el suelo, y no poder hacer nada por ayudarla es algo que te rompe el corazón”, declaró a la prensa local Chastity Arwood, la mujer que acababa de ver la tragedia.

Según su versión, McKayla Dyer, de ocho años, estaba jugando el pasado sábado por la tarde con unas amigas, a las que les enseñaba su nueva mascota, justo delante de la ventana abierta de la casa de un niño de once años, del que no se ha dado el nombre.

Todos residían en un parque de casas móviles, en la calle Robin Road. “Él le pidió que le dejara ver de cerca el perro, ella se rió y se giró diciéndole que nunca lo tendría entre sus manos”, insistió Chastity. En ese momento sonó un disparo. La niña cayó abatida por un impacto en el pecho. El crío apretó el gatillo desde el interior de su residencia.

La víctima fue trasladada a un hospital, pero no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Así lo confirmó el sheriff GW Bud McCoig del condado de Jacksonvil­le. McKayla cursaba segundo de primaria, mientras que el agresor había empezado quinto. El niño fue detenido y ha sido inculpado por la jurisdicci­ón juvenil.

Hay nombres trágicos que aparecen en mayúsculas. Representa­n los principale­s jalones de esa epidemia que cruza Estados Unidos en forma de masacres armadas. Día sí, día también.

Columbine, Virginia, Tucson, Fort Hood, Aurora, Newtown Charleston o, el capítulo más reciente, Roseburg, en Oregón, donde todavía están de luto.

Estos apelativos no dejan de ser los síntomas más evidentes de una hemorragia incesante, pese al grito de horror del presidente estadounid­ense, Barack Obama, incapaz ni siquiera de matizar el desmedido amor por las pistolas.

Obama ha comparecid­o en quince ocasiones en su casi siete años de mandato para lamentar tantas víctimas y consolar. Este viernes, como hizo en Tucson o en Newtown, viajará a Roseburg a ejercer de paño de lágrimas.

Pero, además de esos grandes titulares que fuerzan la comparecen­cia del presidente, hay una violencia cotidiana que no recibe esa atención. Ni provoca tremen- dos despliegue­s mediáticos.

White Pine, pequeña ciudad de unos 2.200 habitantes, a unos 68 kilómetros de Knoxville, no forma parte de esa lista. El caso de MaKayla ilustra como pocos, sin embargo, el sinsentido en el que está sumergido Estados Unidos: casi 30.000 muertos al año por el uso de armas de fuego.

Lo dijo Obama el pasado jueves, después de las nueve muertes en el campus de Oregón: si se registran muchos fallecidos por accidentes de coche, se toman medidas. Si estalla una pandemia como la del ébola en África, el país se moviliza.

The Gun Violence Archive, organizaci­ón sin ánimo de lucro que recopila datos sobre la violencia de las armas en EE.UU., aseguró que 559 críos de once años o menos han resultado muertos o heridos en este 2015.

Otra organizaci­ón, Children Defense Fund, realizó un estudio en el que escribió: “El número de niños o adolescent­es víctimas de las armas en un año permitiría llenar 134 aulas, a 20 por clase”. El Center for Disease Control sostuvo que en el 2010, la cifra de niños y adolescent­es heridos resultó ser tres veces superior a la de soldados estadounid­enses “tocados” en el frente de Afganistán.

“Esta es una situación muy triste, espero que no se repita nunca más”, comentó el sheriff McCoig. Brindis al sol. Aunque fuera en otra comunidad, un niño de once años mató de un disparo

En Ohio, otro niño de once años mata a su hermano de doce con un rifle, pero esta vez se califica de accidente

a su hermano, de doce. Se ha calificado de accidente. Ocurrió en Ohio. El padre había acudido a una zona rural a visitar a unos amigos. Dejaron las rifles cargados sobre la mesa de picnic y se pusieron a hablar. El niño pequeño se hizo con el fusil. La bala hizo blanco en la cabeza del otro. Falleció en el acto.

 ?? JOHN LOCHER / AP ?? Oración por las víctimas de Roseburg. Un grupo de personas rezan cogidas de la mano en el campus de la Universida­d de Umpqua, en Roseburg (Oregón), escenario de la matanza del pasado viernes
JOHN LOCHER / AP Oración por las víctimas de Roseburg. Un grupo de personas rezan cogidas de la mano en el campus de la Universida­d de Umpqua, en Roseburg (Oregón), escenario de la matanza del pasado viernes
 ??  ?? Por un perrito. McKayla Dyer, de ocho años, no quiso que su vecino de once tocara su nueva mascota y éste le disparó
Por un perrito. McKayla Dyer, de ocho años, no quiso que su vecino de once tocara su nueva mascota y éste le disparó

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain