La Vanguardia (1ª edición)

Buenos y malos ejemplos

- Enric R. Bartlett Castellà E.R. BARTLETT CASTELLÀ, profesor de Esade Business & Law School (Universita­t Ramon Llull)

Que tu ejemplo produzca en los demás una influencia civilizado­ra es una descripció­n de la ejemplarid­ad, en la siempre sugerente lectura del filósofo Javier Gomá, que, además, nos recuerda que va más allá del estricto cumplimien­to de la ley.

Y como el respeto a la ley, a su letra y a los principios que le dan sentido, dejaría en blanco casi todos los titulares escandalos­os de personas con relieve público, permítanme una divagación sobre la que pudiera ser contribuci­ón a la ejemplarid­ad de quienes, enarboland­o la bandera anticorrup­ción, han franqueado las puertas de parlamento­s y consistori­os. También de aquellos electos por las fuerzas políticas tradiciona­les que jamás han transgredi­do la ley.

En un Estado de derecho no se puede escoger qué parte del ordenamien­to cumplir, aunque se pueda combatir a través de sus procedimie­ntos si se considera injusto. Por eso, me parece un camino equivocado infringir las normas sobre símbolos estatales con que algunos de los nuevos ediles se han estrenado, recomenzan­do viejas guerras de banderas y retratos.

Los insultos de palabra, o de obra, a otros representa­ntes, que tampoco son nuevos, evidencian una falta de respeto a estos y a quienes les han votado que, además, mina las bases de una convivenci­a civilizada. Son precisamen­te esas acciones las que son no ejemplares, estén prohibidas o no por el reglamento aplicable.

Finalmente, una considerac­ión sobre el código de vestir por parte de alguien que no es, y mi esposa puede confirmarl­o, árbitro de la elegancia. La vestimenta es una construcci­ón social que, en los ámbitos donde se desarrolla­n actividade­s en común, se sujeta en cada momento histórico a unas convencion­es. Así, en el club reformista de Londres fundado en 1836 para impulsar la ampliación del voto, la exigencia habitual de chaqueta y corbata se relaja en determinad­as horas y lugares; pero las chancletas y las T-shirts están prohibidas siempre.

Modales en la conversaci­ón y modales en los usos del vestir son pautas de comportami­ento que permiten una mejor relación con nuestros conciudada­nos. Tal vez podamos concluir que, si a cumplir las leyes añadimos practicar la urbanidad, ganaríamos en ejemplarid­ad y bienestar.

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