La Vanguardia (1ª edición)

La nieta que cuida su legado

Diana Widmaier-Picasso, una de las comisarias, firma un vídeo con artistas como Godard o Barceló

- Ó. CABALLERO París

En el 2003 reunió en libro las creaciones más sensuales de Picasso y lo tituló con su frase: “El arte sólo puede ser erótico” “¿Cuál es la huella de mi abuelo entre sus colegas?, me preguntaba”. Para saberlo, hizo un vídeo

Diana Widmaier-Picasso, 41 años, hija de Maya –y por lo tanto, nieta de Maria Thérèse Walter, amante y modelo de Picasso entre 1935 y 1944– es historiado­ra del arte, especializ­ada en el siglo XVII –sector del que se ocupó durante sus diez años en Sotheby’s– y también jurista. En 2003 fundó DWP Editions, centro de investigac­iones sobre la obra del abuelo. Por entonces, reunió en un volumen sus creaciones más sensuales. Y lo tituló con una afirmación del artista: “El arte sólo puede ser erótico”.

En el Grand Palais –es una de las comisarias de Picasso. manía– recuerda ese libro, comentado en- tonces en La Vanguardia, como una placentera interrupci­ón en su trabajo de más de doce años para establecer el primer catálogo razonado de las esculturas. Una labor que, le parece, ha tenido su apogeo con la exposición actual en el MoMA de Nueva York, en la que también colaboró. Y que debiera traducirse en cuatro tomos, en color, para dar cabida a las más de dos mil obras de tres dimensione­s –bronce, yeso, terracota, madera, cartón...– que dejó Picasso. La idea de la exposición del Grand Palais, explica, germinó en 2012: “Alain Seban, entonces al frente del Pompidou, me invitó a imaginar una exposición Picasso diferente. Pensé en aquello que yo misma ignoraba : ¿cuál es la huella de mi abuelo entre sus colegas? Hace siete años que vivo en Nueva York y siempre me cruzo artistas que me hablan de Picasso de una manera próxima, personal y argumentad­a. ‘I am a big fan’,me dijo David Hockney. Para Richard Se- rra, ‘la guitarra de Picasso permite comprender cómo el espacio puede colarse en una forma y amplificar su volumen’. Louise Nevelson va más allá: ‘Cuando vi mi primer Picasso recibí una definición de la estructura del mundo y de cada uno de los objetos que lo integran’. Y justamente ¿quién puede hablar de un artista mejor que un artista?”.

Para responder, y responders­e, Widmaier produjo y filmó una hora y media de conversaci­ones, cuya proyección – Muro de entrevis

tas, a la entrada de la exposición: una hora y media con Barceló y Jean-Luc Godard, Koons y Frank Gehry, Schnabel y Agnès Varda– es un excelente prólogo a Picas

so.mania. En fin, no hay más remedio que comentárse­lo: Diana tiene un rostro ligerament­e cubista. Y un fuerte parentesco, en la mirada sobre todo, con el abuelo.

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THOMAS PADILLA Diana Widmaier-Picasso, ayer, en la inauguraci­ón

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