En los límites del futuro
El CCCB abre una exposición que reflexiona sobre la evolución del planeta y la especie humana
Una cincuentena de artistas y de pioneros en la investigación exploran los caminos del futuro
Moon Ribas (Mataró, 1985) es una coreógrafa y performer que hace dos años se insertó en el brazo izquierdo un dispositivo, conectado on line a todos los sismógrafos, que le permite percibir los terremotos en cualquier lugar del planeta en tiempo real. El sensor vibra cada vez que hay un terremoto superior a 1 en la escala de Richter. “Esto me da una conexión directa con el planeta”, explica. Ha presentado espectáculos en los que danza al ritmo de los terremotos. Ahora quiere instalarse otro sensor en el brazo derecho que detecte los terremotos en la luna. Es promotora del ciborgismo, junto a Neil Harbisson, que lleva otro dispositivo conectado a la cabeza desde hace once años que transforma los colores que percibe en sonidos. Ambos estaban ayer en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) para presentar dos proyectos que forman parte de la exposición +Humanos. El futuro de nuestra especie, que se podrá ver desde hoy y durante seis meses.
¿Hacia dónde se dirige la especie humana? ¿Cómo será el futuro? ¿Qué papel desempeñarán los robots, los clones, la biología sintética? ¿Cuáles son los límites del progreso? Estas y otras preguntas, que surgen ante los avances constantes en los campos científicos y tecnológicos, son las que plantea la exposición coproducida por la Science Gallery del Trinity College de Dublin y el CCCB. Más que para ver es una exposición para experimentar, y naturalmente para reflexionar y debatir. Uno de sus apartados se abre con una cita de William Gibson, creador del término “ciberespacio” en 1984, quien dijo que “el futuro está aquí, el problema es que no está distribuido”. “Estamos en una encrucijada –dice Ricard Solé, físico, biólogo y asesor de la exposición– y las preguntas de los científicos se tocan con las provocaciones de los artistas”. +Humanos ha seleccionado obras de una cincuentena de artistas y de pioneros en la investigación que coinciden en explorar los caminos del futuro “desde la intersección entre ciencia, tecnología, arte y humanidades”, como remarcó Vicenç Villatoro, director del CCCB. Es la “tercera cultura”.
“Hace veinte años era impensable creer que todos llevaríamos unos aparatos en el bolsillo para conectarnos con todo el mundo”, apuntó la comisaria Cathrine Kramer. Desde esta perspectiva no sorprender la presencia de obras, cuyo título ya indica su objetivo: la má- quina orgasmática, el test de compatibilidad de ADN, un robot que mece una cuna cuando el niño llora, una novela escrita por ordenador, la inmersión en una realidad virtual, un programa de prótesis low cost... Otra pieza nos muestra una selección de organismos deliberadamente alterados por la acción humana: ratas alcoholizadas, un canario rojo obtenido por ingeniería genética, mosquitos transgénicos. Arne Hendriks presenta un proyecto especulativo centrado en las implicaciones de reducir la especie humana a una altura de 50 centímetros con lo que supondría de ahorro para el planeta.
Quizás era más adecuado el título alternativo planteado en un principio por la organización: +/-Humanos.