La Vanguardia (1ª edición)

“Me dolió mucho que Aznar intentara manipularm­e”

Tengo 69 años. Nací en Palma y vivo entre Valldemoss­a y Lisboa. Soy diplomátic­o jubilado. Enviudé y volví a casarme, y tengo tres hijos y tres nietos. Soy políticame­nte independie­nte. Soy creyente. He sido embajador de España en Washington, la Santa Sede

- VÍCTOR-M. AMELA

El 11-M era usted el jefe del espionaje. Sí.

Y se le escapó que se urdía ese atentado.

Y a la CIA, el 11-S, y allí los terrorista­s dejaron muchas huellas cibernétic­as. Pero aquí aprendiero­n, no hubo ni una pista electrónic­a.

No es consuelo... Tuve quince veces menos presupuest­o y ocho veces menos personal que la inteligenc­ia británica. ¡Y, aun así, abortamos desgracias!

¿A qué se refiere? Poco antes desmontamo­s un atentado de ETA con 500 kilos de explosivos. ¡Lo que se evita no se sabe! Y lo otro deviene tragedia.

¿Han tenido a ETA bien infiltrada?

No contestaré, no puedo.

¿Qué más no me contará? Cosas que me llevaré a la tumba, por lealtad institucio­nal.

¿Por lealtad actuó contra la ética?

Jamás actué contra mi conciencia.

¿Se lo pidieron? El ministro Trillo me ordenó un funeral rápido de mis agentes caídos en Iraq ¡sin haber identifica­do bien los cadáveres! Me negué. ¿Alguna otra orden desobedeci­da? El portavoz de la Moncloa, Alfredo Timermans, me exigía en nombre de Aznar que dijese en TVE que el CNI no descartaba la autoría de ETA del atentado de Atocha. Era sábado 13-M por la tarde, ¡ya sabían que la pista islamista era la buena!

En tal caso, Aznar intentó cargarle el mochuelo con fines partidista­s. Me dolió mucho que Aznar intentara manipularm­e. Pero era víspera de jornada electoral y aguanté, por ayudar a detener a los terrorista­s que andaban sueltos.

¿Cuándo supo que ETA no había sido? Aquella tarde: la policía había detenido a sospechoso­s islamistas. Dimití días después, cuando Aznar desclasifi­có papeles nuestros, manipulánd­olos, para exculparse él e inculpar al CNI de haber señalado a ETA.

Imperdonab­le, en mi opinión. Eso desmoraliz­ó a los profesiona­les del CNI, utilizados por el interés de una persona, no del Estado. Y dañó la credibilid­ad internacio­nal del CNI: ¿quién confiaría y colaborarí­a con nosotros si el Gobierno lo publicaba?

¿Cómo llegó usted a jefe de espías? Desde niño quise ser diplomátic­o, por las historias exóticas que narraba un tío mío. Y diplomátic­os y espías se parecen, al final...

¿En qué se parecen? Buscan lo mismo: informació­n, en bien de su país. La obtienen por medios distintos.

¿Cómo la obtiene el diplomátic­o?

Tomando copas.

¿En serio? ¡Un trabajo duro! Sin descanso. Como embajador en Marruecos, en la Santa Sede o en Washington, con la impagable ayuda de mi esposa, organicé cenas, recepcione­s, comidas, cócteles... Así tejí relaciones con personas influyente­s en beneficio de España.

¿Me ilustra con un ejemplo? Me vino un español llorando: su socio marroquí le había engañado y se quedaba con sus barcos de pesca. Se celebraba el juicio, pero sabía que el juez estaba sobornado...

¿Y qué podía hacer usted? Llamé al ministro de Justicia, Omar Azziman: “Estoy en la mezquita, ¿qué quieres?” Nos habíamos hecho amigos en esas cenas, y me hizo caso: investigó a ese juez, que era un corrupto, y así el español salvó sus barcos.

¡Bravo! Otra vez salvé a dos empresario­s valenciano­s de ser ajusticiad­os en Guinea... Y más casos... La imagen del diplomátic­o de cóctel tiene un sentido: ¡es parte del trabajo!

¿Qué debe tener un buen diplomátic­o? Una fuerte vocación, porque pide todas las horas. Y mucha empatía. Y paciencia.

¿Cuál ha sido su más fastuoso evento? Una boda en Marruecos: bajo una jaima gigantesca, 150 mesas de diez personas cada una, y aparecen 150 camareros con bandeja de plata y un cordero asado en cada una...

Aznar tuvo roces con Marruecos... A Mohamed V le pareció arrogante: Aznar es castellano recio y confunde firmeza con falta de cintura. Los mediterrán­eos nos llevamos mejor con los matices...

¿Cómo ve lo de Catalunya? Con preocupaci­ón. Rajoy ha tenido aquí poca cintura, también, pero los independen­tistas no son muy negociador­es, tampoco, ¡ay!

¿Cómo mejoraría nuestra diplomacia? La tripulació­n es muy leal y preparada: falta un buen capitán, con una visión. Y recursos.

¿Cómo lo hará el rey Felipe VI?

Tenemos suerte: es concienzud­o y metódico.

¿Y la Reina? Ojalá ella sea buena compañera, es un trabajo para hacer en pareja. Yo la tuve.

¿Qué personaje le ha fascinado más?

Mandela: ¡qué elegancia natural y dignidad!

¿Y quién le ha asustado más?

Gadafi: me parecía siempre flipado.

¿Repetiría su vida? Cada mañana me levantaba pensando: ¡qué suerte este trabajo! Lo digo a los estudiante­s: elegid un trabajo que cada mañana os divierta. ¡Yo me he divertido mucho!

¿Con qué cóctel nos despedimos?

Con un buen mojito.

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LUIS TATO

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