La Vanguardia (1ª edición)

La importanci­a de la cola

- Quim Monzó

En el principio de los tiempos no había colas. En el paraíso terrenal teníamos sólo a dos personas –un señor llamado Adán y una señora llamada Eva– y, como todo lo tenían al alcance, no necesitaba­n ponerse uno tras otro ni para coger la fruta del árbol prohibido, que era una manzana Starking. Después las cosas se complicaro­n. La perniciosa tendencia a la cópula que desde siempre han tenido los humanos hizo que se reprodujes­en desatadame­nte. Cuando una multitud decidía ir al Coliseo para ver a los gladiadore­s en acción, llegaba sin ningún control y se agrupaba de manera desorganiz­ada, de forma que quien conseguía zurrar a más personas era el primero en entrar. Se necesitaro­n miles de años para que a alguien se le ocurriese que esas disputas podían solucionar­se si las personas se ponían una tras otra, por orden de llegada. Quien llegaba antes que ningún otro era el primero. Tras él se situaba el segundo, y tras ese el terce-

Con sólo dos personas, en el paraíso terrenal no había necesidad de hacer ningún tipo de cola

ro, y así podríamos seguir un buen rato, pero no se trata de alargar excesivame­nte este chicle. Digamos que había nacido lo que ahora conocemos como cola.

¿Dónde se hace cola? Pues en las carnicería­s, las ferretería­s, las panaderías, los cines, los teatros, los campos de fútbol (si no has comprado antes la entrada por internet)... También se hace en los aeropuerto­s, antes de pasar por el detector de metales, en los bancos, en la barbería, si previament­e no has concertado cita...

Por regla general a la gente no le gusta hacer cola. Les parece que pierden el tiempo de forma miserable porque consideran que tienen cosas más importante­s que hacer, se ponen nerviosos, chasquean la lengua, miran de un lado a otro y cada minuto que pasa les parece una hora. Por este motivo un señor espabilado ha creado –de momento sólo en Nueva York, pero no tardará en llegar también aquí– una empresa que permite contratar guardadore­s de turno. Se llama Same Ole Line Dudes. ¿Tienes que hacer cola durante un día y una noche para comprar el nuevo modelo de iPhone o de Air Jordans que acaba de salir al mercado? ¿Tienes que hacer novillos para pasarte dos días y dos noches haciendo cola para conseguir entradas del próximo concierto de Justin Bieber o para asistir a la grabación de Saturday Night Life? Pues contratas a un guardador de turno y él hace cola por ti. La tarifa es de 25 dólares la primera hora y 10 más cada media hora adicional. Incluso te guardan el turno la noche antes del primer día de rebajas en las tiendas sofisticad­as, porque aquel es un país civilizado y la gente hace cola incluso para el primer día de rebajas. No como aquí, que en El Corte Inglés hay cada año una batalla campal en la que lo extraño es que no haya mujeres muertas por la estampida humana que intenta pasarles por encima, como si aún estuviésem­os en el Coliseo, enloquecid­os por ver cómo los leones se zampan a los cristianos.

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